La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Lentitud estatal favorece al radicalismo antiminero
La reciente visita del presidente Ollanta Humala a Andahuaylas, región Apurímac, originó las protestas de sectores de la población en Tambobamba y Challhuahuacho, organizados por el grupo antiminero Frente de Defensa de los Intereses de Cotabambas. Exigían que se cumplan los acuerdos establecidos en la Mesa de Diálogo de setiembre pasado.
Vale recordar que a raíz del último conflicto social en septiembre de 2015, representantes del estado (ministros), autoridades locales, la población y la compañía conformaron una Mesa de Diálogo con el objetivo de solucionar las supuestas demandas que se planteaban ante el inicio de la producción de Las Bambas, una de las minas más grandes del planeta.
Entre los compromisos que asumió el Ejecutivo estaban el simplificar los procedimientos burocráticos impuestos por el Sistema Nacional de Inversión Pública (Snip) para agilizar los proyectos de inversión social, productiva y de infraestructura. El programa de inversiones, formulado y suscrito en la Mesa de Diálogo, contiene 233 proyectos en educación, salud, carreteras y riego, que suman S/. 970 millones. Pues bien, hasta el momento, solo 42 de estos proyectos tienen código SNIP. Es decir, recién han sido registrados en el Banco de Proyectos del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), lo cual es el primer paso de un largo proceso para que un proyecto se pueda ejecutar.
La lentitud de la burocracia estatal para cumplir con los acuerdos pactados permite que el radicalismo antiminero soliviante a una parte de la población. Por ejemplo, el representante del Frente de Defensa, Ronald Bello, ha amenazado con un paro de 72 horas que todavía no tiene fecha. El argumento del radicalismo antiminero es que las operaciones de Las Bambas no deben continuar hasta que el estado no cumpla con los compromisos asumidos.
Nadie duda de que la mayoría de la población respalda plenamente a Las Bambas, pero si el estado continúa con la indolencia frente a los compromisos asumidos, tarde o temprano, el conflicto resucitará artificialmente afectando al mayor proyecto minero del Perú.
El incremento del PBI el 2015 a más de 3% solo se debe al aumento del volumen de nuestras exportaciones de cobre en contra de los malos agüeros que señalaban que la caída de los precios condenaba a la minería a la parálisis. Eso no ha sucedido, aunque algunos sueñan que semejante escenario se presente. Sin embargo el radicalismo antiminero no descansa y hará todo lo posible para bloquear el megaproyecto Las Bambas. ¡No permitamos que eso suceda!
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