Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Día a día, hora a hora, se confirma que el nuevo Gabinete que preside la señora Mirtha Vásquez representa el mismo proyecto que desarrollaba el pasado Gabinete Bellido. Las formas pueden haber cambiado, pero la propuesta de la asamblea constituyente –que destruye la economía, aumenta la pobreza y enfrenta a los peruanos– sigue vigente. Y lo peor de todo: el Ejecutivo no parece tener coherencia, excepto en el objetivo de convocar a la asamblea constituyente.
Entretanto la economía nacional comienza a ser destruida ladrillo por ladrillo. Las agencias internacionales de riesgo le bajan la calificación crediticia al Perú, las posibilidades de nuevas inversiones privadas se esfuman del país y, en general, el Perú es empujado al abismo ante la tolerancia de un sector del Congreso que reconoce la amenaza totalitaria, pero que no se atreve a asumir su papel.
Sin embargo, de una u otra manera, la designación de Carlos Gallardo como ministro de Educación y de Luis Barranzuela como titular del Interior han desatado legítimos cuestionamientos entre los miembros de la mayoría congresal republicana. En otras palabras, la posibilidad de otorgar la confianza al Gabinete Vásquez comienza a convertirse en una interrogante y, luego del relevo del Gabinete Bellido, el país podría volver a recaer en la disyuntiva de vacancia presidencial o disolución del Congreso. Si se rechaza la confianza al Gabinete Vásquez por la presencia de ministros tan cuestionados, el Ejecutivo podría presentar otro gabinete inviable con el objeto de forzar la disolución del Congreso. Veremos.
Sin embargo, al margen de cualquier especulación, el señor Gallardo es inviable en el sector Educación por sus vínculos con la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación Peruana (Fenatep), cuyo objetivo principal es derogar la ley de Carrera Pública Magisterial, que establece la meritocracia como pilar del nombramiento y la promoción de los docentes.
Como todos sabemos, el Fenatep está vinculado al Movimiento por la Amnistía de Derechos Fundamentales (Movadef) de orientación maoísta ortodoxa. Considerando que el terror senderista en los ochenta solo puede explicarse por el trabajo ideológico y cultural que desarrollaron las corrientes maoístas en la escuela pública y la universidad, ¿cómo así la mayoría republicana del Congreso podría permitir el empoderamiento político de un ministro que propone derogar la Ley de la Carrera Magisterial?
Durante varias décadas las corrientes maoístas instrumentalizaron la escuela pública convirtiéndola en “centros de adoctrinamiento comunista” y los resultados son conocidos por todos. ¿Podemos caer en el mismo error trágico?
De otro lado, el ministro Barranzuela está vinculado a las posiciones que se oponen a la erradicación de los cultivos de hoja de coca y a los intentos de Perú Libre de terminar con la colaboración de la DEA de Estados Unidos en la lucha contra las drogas. Para nadie es un secreto la manera cómo se han incrementado los cultivos de hoja de coca en el Perú que, según algunos reportes, ya sobrepasan las 80,000 hectáreas. Para nadie tampoco es un secreto que el 90% de la producción de la hoja de coca se destina al negocio ilícito de la droga. En este contexto, el presidente Castillo ha hablado de la posibilidad de industrializar la hoja de coca (algo que no se ha producido en ninguna parte) repitiendo el mantra de la política cocalera de Evo Morales.
Igualmente, todos sabemos que el crecimiento de los cultivos de la hoja de coca en los valles del país genera zonas liberadas de la autoridad del Estado y destruye la unidad territorial, el estado de Derecho y la vigencia de las instituciones. El resultado: violencia generalizada, terrorismo y muerte.
Por todas estas consideraciones, ¿cómo así la mayoría del Congreso podría otorgar la confianza al nuevo Gabinete con cuestionamientos ministeriales tan serios? Si se trata de evitar una nueva crisis política de gravedad, es hora de relevos ministeriales urgentes.
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