Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
La feroz guerra de resistencia que desarrolla el fujimorismo en contra del antifujimorismo, que —sobre la base de una alianza entre sectores de la fiscalía y algunos medios— pretende judicializar la candidatura de Keiko Fujimori hacia el 2021, está llevando al movimiento naranja a olvidar sus responsabilidades en la defensa del modelo económico y social instaurado con las reformas económicas y sociales en los noventa. De pronto, el fujimorismo aparece tan inmerso en el conflicto político que el Legislativo comienza a aprobar leyes de orientación populista que pueden terminar derribando los pilares del modelo y favoreciendo a las estrategias antisistema.
Por ejemplo, en los próximos días el Congreso promulgará por insistencia —ante la justa observación planteada por el Ejecutivo— la norma que prohíbe el uso de la leche en polvo importada en la elaboración de productos lácteos. Ya existe un dictamen de la Comisión de Agricultura en ese sentido, y Fuerza Popular no parece tener dudas al respecto.
La insistencia en semejante norma encenderá todas las alertas comerciales en contra del “regulacionismo”, estipuladas en los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de los más de quince tratados de libre comercio firmados por el país. De repente el Perú no solo retrocederá en los rankings de competitividad del World Economic Forum (WEF) y de la facilidad para hacer negocios del Doing Business del Banco Mundial, sino que se cuestionarán los pilares de los acuerdos internacionales de comercio y artículos de la Carta Política que prohíben expresamente diferenciar entre productos e insumos nacionales o extranjeros.
Pero eso no es todo. En el Congreso también se aprobó la norma que establece la posibilidad de determinar que una determina zona por encima de los 3,000 metros sobre el nivel del mar sea considerada “una cabecera de cuenca” y, por lo tanto, libre de inversiones mineras y de cualquier otra índole que afecte “los acuíferos” y “ las nacientes de los ríos”. El Ejecutivo, distraído en las guerras políticas, también promulgó la mencionada norma. El parlamentarismo antisistema, liderado por Marco Arana y el Frente Amplio, hizo pasar la norma con el argumento de que había preservar las cabeceras de cuenca para garantizar el agua del consumo humano y de la agricultura.
Esa mentira es enorme como una cordillera. No hay argumento científico ni geográfico que justifique hablar de cabecera de cuenca, porque los acuíferos y las nacientes de los ríos provienen de las lluvias; y si se trata de cosechar agua para el consumo humano y la agricultura, entonces se deben multiplicar las represas y los reservorios, tal como sucede en los países desarrollados.
Pero allí no queda la cosa. A vista y paciencia de la mayoría legislativa, la Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, y la Comisión de Ambiente y Ecología del Legislativo se ha convertido en una verdadera factoría de propuesta antisistema y denuncias: por ejemplo, crear áreas reservadas en la costa norte para bloquear todas las inversiones en hidrocarburos, denuncias de supuestas contaminaciones por la minería moderna y otras inexactitudes que tienen que ver con la agenda ideológica de la izquierda.
Muchas normas adicionales justifican una legítima preocupación por las crecientes concesiones del fujimorismo hacia el populismo, y nos obligan a plantear la interrogante sobre si acaso existe un sector en el fujimorismo con clara orientación antiempresarial. Todos los triunfos del parlamentarismo antisistema en el Congreso son directa responsabilidad de la mayoría legislativa.
El terreno de la indefinición ideológica es el peor enemigo del fujimorismo. ¿Por qué? Cada día se demuestra que el veto antifujimorista y las estrategias anti solo favorecen a la fortaleza del movimiento naranja; incluso las estrategias de fracturar a Fuerza Popular con el exagerado histrionismo de Kenji han fracasado. Sin embargo si Fuerza Popular se mimetiza con el populismo estaría cavando su propia tumba por la sencilla razón de que la tradición histórica del fujimorismo y el arraigo naranja en los sectores populares está identificado con el antiterrorismo, con el antiestatismo, con el antichavismo y todos los rechazos a los colectivismos de izquierda. Contemporizar con el populismo es alterar el ADN de una fuerza que solo existe por ser el muro de contención de las propuestas antisistema.
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