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Familias pobres se benefician de proyecto Las Bambas
Es más que evidente que la minería moderna ha cambiado radicalmente la calidad de vida de la comunidad campesina de Fuerabamba, en el distrito de Challhuahuacho, región Apurímac. En menos de dos décadas, una comunidad campesina ubicada a más de 3,800 metros de altura, que utilizaba el trueque como herramienta de cambio, se ha convertido en un pueblo moderno como resultado de la alianza entre la población y la empresa minera. ¿Qué pasó?
Fuerabamba es una de las comunidades campesinas pertenecientes a la zona de influencia directa del megaproyecto cuprífero Las Bambas, uno de los más grandes del planeta y cuya inversión representa más de US$ 10,000 millones. Como la comunidad campesina era parte del plan de la construcción de tajo abierto, la empresa MMG, dueña de las Bambas, en el 2010, llegó a un acuerdo con los líderes y pobladores para el reasentamiento voluntario y la construcción de una nueva ciudad: Nuevo Fuerabamba.
Los resultados saltan hoy a la vista. Construida entre los años 2012 y 2014, Nueva Fuerabamba cuenta con 441 viviendas dotadas de todos los servicios básicos (agua potable, alcantarillado, luz eléctrica, conectividad). Hasta marzo pasado, el 95% de las familias -unas 1600 personas- habían sido trasladadas exitosamente y se estima que para el 2018 el proceso de reasentamiento habrá culminado.
Cada vivienda tiene de dos a tres pisos, bio-huerto, patio, cochera y espacio para pequeños negocios. El nuevo pueblo cuenta, además, con colegios de primaria y secundaria implementados con computadoras y tecnologías de la información y comunicación. Se ha construido un moderno Centro de Salud con capacidad de Internamiento que ha sido entregado al ministerio de Salud bajo la supervisión de la compañía minera. Asimismo, Nueva Fuerabamba tiene un un asilo para ancianos, un centro artesanal, mercado, centro de beneficio de animales (camal), estadio y un local de capacitación para talleres o charlas.
El proceso de reasentamiento no fue fácil. El paso de un medio rural y extremadamente pobre a uno con comodidades de clase media fue complejo. La comunidad recibió el asesoramiento de la empresa a través de un Programa de Adaptabilidad, respaldado por la organización no gubernamental (ONG) Cáritas del Perú. Se capacitó a las familias reasentadas en el uso adecuado de las viviendas (uso de cocina, servicios higiénicos) y los espacios públicos del nuevo pueblo.
El trabajo social en Nueva Fuerabamba también ha sido intenso para minimizar los efectos del estrés post-reasentamiento. Por ejemplo, los resultados señalan que en el 2014 más de 70% de las familias participaron en las actividades de entretenimiento y socialización; más de 55% de las familias utilizan los baños, las duchas; alrededor de 55 familias fueron parte de programas contra el alcoholismo, violencia doméstica y depresión, y 60% de las personas de tercera edad participaron en campañas de recreación.
Además la compañía ejecuta el programa Tikariy Wiñaypaq (Florecer por siempre) que tiene como fin desarrollar destrezas y competencias técnicas y productivas en los jóvenes de la nueva ciudadela; y el programa de Viveros Forestales destinado a sembrar 7 millones de árboles como herramienta de negocio.
Nueva Fuerabamba es un ejemplo del exitoso encuentro entre la minería moderna y la población. Semejante experiencia contradice el relato antiminero que señala una insalvable contradicción entre la minería y el desarrollo de las comunidades.
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