Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Diversos organismos del radicalismo extremista –sindicales, sectoriales, urbanos y agrarios– convocaron a un paro nacional este 6 de julio, para exigir que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) proclame –al término de la distancia– a Pedro Castillo como presidente. El paro nacional simplemente fue un fracaso total, de principio a fin.
¿Qué significa que “las masas” se alejen de Castillo, el candidato que, en sus breves mensajes, nunca deja de mencionar la palabra “pueblo”? Es incuestionable que la mayoría del país percibe que las irregularidades que se han denunciado en centenas de mesas electorales –que modificarían un resultado electoral tan ajustado– y la negativa del JNE de contrastar las actas cuestionadas con el padrón electoral han enrarecido de tal manera el proceso electoral que la legitimidad de un eventual proclamado comienza a ser un asunto esquivo.
De otro lado, está quedando en evidencia que la izquierda extremista solo moviliza minorías de activistas, ideologizados y con gran convicción que, sin embargo, son capaces de bloquear carreteras y puentes y provocar enfrentamientos con la policía nacional del Perú (PNP) en busca de la llamada “cuota de sangre” que posibilite denunciar violaciones de DD.HH.
Por ejemplo, ese software sizquierdista, que movilizó a 3,000 activistas para bloquear carreteras en busca de derogar la Ley de Promoción Agraria –la mejor ley económica de las últimas décadas– y que contó con el apoyo del Ejecutivo, la mesa directiva del Legislativo y el Ministerio de Economía, no parece funcionar para acelerar la proclamación de un candidato que plantea convocar a una constituyente y colectivizar la economía.
Si bien 3,000 activistas, con el apoyo del Ejecutivo y de la mesa directiva del Congreso, lograron derogar la ley de Promoción Agraria, todo ha cambiado desde que las mayorías silenciosas dejaron de ser silenciosas –valga la redundancia– y más de medio millón de personas comenzó a reunirse los sábados en La avenida de la Peruanidad exigiendo transparencia electoral. ¿Qué pretendemos señalar? Que la estrategia del golpe de masas de las minorías, de una u otra manera, se anula cuando las mayorías comienzan a expresarse.
Durante las violentas marchas que obligaron a renunciar a la jefatura de Estado a Manuel Merino y, mediante un golpe de masas, encumbraron a Francisco Sagasti apenas se movilizaron entre 15,000 y 20,000 personas, más allá de la violencia organizada que se destilaba.
Hoy las movilizaciones que contemplamos pueden llegar al medio millón de ciudadanos, y se caracterizan por su naturaleza pacífica, democrática e, incluso, en diálogo y colaboración con nuestra policía nacional, tan maltratada por la administración Sagasti. En estas expresiones ciudadanas, abuelos, padres e hijos se ponen la camiseta nacional y salen a marchar exigiendo respeto al voto, transparencia electoral y rechazo total a la constituyente y al comunismo.
Desde este portal invocamos a que esas movilizaciones ciudadanas se mantengan en ese curso democrático, incluso a pesar de las posiciones del Ejecutivo y la conducta de la mayoría del JNE.
América Latina y el mundo deben observar que cuando la centro derecha toma masivamente las calles de Lima, la violencia, la anarquía y el desorden desaparecen, se alejan. En ese contexto, las calles de nuestra capital jamás deben parecerse a las de Santiago y Bogotá, tomadas por el radicalismo extremista.
Sin embargo, persistir en la vocación pacífica y democrática en las movilizaciones de ninguna manera debe significar falta de firmeza. El gran Mahatma Gandhi nos enseñó que la paz y el amor son las mejores armas de la desobediencia civil frente a las tiranías y los abusos de poder. A reflexionar entonces con firmeza y desarrollar los métodos más creativos de expresión ciudadana.
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