Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Los estrategas cubanos, venezolanos y argentinos detrás de la campaña de Pedro Castillo y de Perú Libre, de alguna manera, están considerando que el Perú atraviesa una situación revolucionaria. El taimado Lenin afirmaba que existía una crisis revolucionaria –es decir, el momento ideal para que los bolcheviques asalten el poder– cuando había una crisis en las alturas que se combinaba con una crisis de los de abajo.
Algo de eso parece existir en el Perú. La administración Sagasti, simplemente, ha disuelto el Estado en el Perú hasta tal extremo que ha desarmado a la Policía Nacional del Perú (PNP), y la sociedad hoy está desguarnecida frente a las estrategias comunistas insurreccionales que recrudecerán luego de las elecciones (al margen de los resultados). Hay, pues, crisis general en las alturas. El fracaso en la pandemia desencadena una recesión que ha aumentado en 10% la población en situación de pobreza, en otras palabras, hoy cerca del 30% padece este flagelo (10 millones de peruanos). Hay entonces también una crisis en los de abajo.
Por todas estas consideraciones, el comando revolucionario detrás de la candidatura de Pedro Castillo, ha lanzado una ofensiva para “agudizar las contradicciones de clase”. Por ejemplo, entre las trabajadoras del hogar se propagandiza que se expropiarán las casas de los clasemedieros para “todos”. Entre los trabajadores agrarios formales se difunde que se expropiarán las tierras y se entregarán parcelas de tres hectáreas. En las comunidades y pueblos adyacentes de las minas se propagandiza que la nacionalización de las minas convertirá a las señaladas poblaciones en propietarios inmediatos. Entre los trabajadores de las empresas grandes de Gamarra y del sector textil se informa que luego de las expropiaciones se instalarán comunidades industriales, al mejor estilo del velascato.
Sin embargo, los estrategas cubanos, venezolanos y argentinos han errado de gravedad en el análisis de una potencial situación revolucionaria en el Perú: han subvalorado la consciencia de las clases medias peruanas que, en la última década, estaban apresadas por los relatos de la progresía caviar en contra del llamado “fujiaprismo”. De alguna manera creyeron que nuestras clases medias iban a contemplar paralizadas los sucesos (como pasó en Cuba, Venezuela y Bolivia). No ha sido así, y la actual reacción anticomunista clasemediera y la emergencia popular en el Perú deberán ser estudiados por la buena sociología (al margen de los resultados electorales).
Desde esa clase media surge una contra propaganda anticomunista –a través de todos los medios habidos y por haber, incluso por el boca a boca– en que se le explica a las ciudadanas trabajadoras del hogar que, a la semana siguiente de las expropiaciones, las casas de los clasemedieros no valdrán nada y que tendrán el costo de un teléfono inteligente, tal como sucede en Venezuela. Si la expropiación prospera, entonces, no habrá casa ni habrá el sueldo regular que paga esa clase media por los servicios en el hogar. Ante el hambre creciente, entonces, habrá que emigrar y vender en las calles de los países que promueven la inversión privada.
El cuento de las expropiaciones de tierras en la agroindustria también es así de trágico. A los días de expropiadas las tierras (apenas 200,000 hectáreas), el costo de una hectárea –que hoy llega a los US$ 50,000– se desplomará. En ese momento los trabajadores agrarios, que generalmente ganan por encima del sueldo mínimo vital, se sumarán a los más de dos millones de minifundistas del Perú, la mayoría de ellos debajo de la línea de pobreza. Lo mismo sucederá con las demás nacionalizaciones.
Después de las expropiaciones, todos los activos económicos no valdrán nada, porque la Constitución de 1993 habrá dejado de regir y la constitucionalidad y las leyes no preservarán la propiedad, los contratos ni la libertad de precios ni mercados. Cada una de estas figuras constitucionales y legales explican el valor de los activos y las economías en el Perú.
Ya estamos advertidos. Si no queremos abandonar nuestro país y salir a otras ciudades a vender en las calles, entonces, levantemos un gigantesco muro contra el comunismo.
COMENTARIOS