Los peruanos e hispanoamericanos celebramos la Semana Santa, d...
Algunos días atrás, los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay emitieron un pronunciamiento sobre el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, con el objetivo de plantear algunas reformas para que el sistema de justicia regional recupere los principios fundaciones para el que fue creado. En el documento los señalados estados reafirman su compromiso con el sistema integrado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana (Corte IDH), pero establecen precisiones puntuales que cuestionan la manera cómo la izquierda latinoamericana ha llegado a instrumentalizar las entidades del sistema en función de una agenda ideológica.
Entre las precisiones planteadas por los gobiernos mencionados está, por ejemplo, la idea de que el principio de subsidiariedad que hace posible una determinada petición jurídica tiene una doble dimensión: la obligación del Estado concernido a investigar toda violación a la Convención Interamericana y el derecho de propio Estado a agotar sus vías jurisdiccionales internas antes de someterse a la justicia internacional. Igualmente, el respeto a la autonomía de las legislaciones nacionales de los estados, y la aplicación de las resoluciones y sentencias del sistema interamericano de justicia solo a las partes en litigio.
¿Hacia dónde, pues, apunta el pronunciamiento de los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y Paraguay? Es evidente que cuestiona la tendencia de los órganos del sistema de justicia regional —hoy controlados por la izquierda marxista— de considerar el “control de convencionalidad” como una herramienta para crear una legislación supranacional que convierta en puré la autonomía de los estados nacionales. Si las cosas van por allí, ¿por qué el Gobierno de Martín Vizcarra no se plegó al señalado pronunciamiento? ¿Acaso el Perú, que lideró el Grupo de Lima —en contra de la autocracia chavista— hoy debe aparecer al lado de los estados autoritarios de la región? ¿La administración Vizcarra acaso está comprometida con la agenda internacional de las ONG marxistas?
¿Qué hay detrás de estos pronunciamientos y abstenciones? Ideología y política, pues. Luego de la caída del Muro de Berlín los viejos proyectos comunistas, marxistas, estatistas y colectivistas archivaron sus programas, disolvieron sus partidos de cuadros, abandonaron el materialismo dialéctico e histórico, y se lanzaron a organizar aquellas ONG que “defienden” los “derechos humanos”, el medio ambiente, los derechos de género, los feminismos extremistas, los “derechos del consumidor” solo con el objeto de debilitar la autoridad estatal, las empresas y los mercados.
De pronto la izquierda latinoamericana logró combinar “acción política” con “emprendimiento empresarial” (por el impresionante financiamiento conseguido) sin necesidad de formar partidos, participar en elecciones ni formar una empresa y fajarse de sol a sol en los mercados. Financiados, generalmente, por capitalistas de las sociedades desarrolladas, que no quieren la competencia de los mercados emergentes, la nueva hegemonía de las izquierdas floreció en la región.
Sin embargo, como no suelen ganar elecciones, los promotores de la estrategia de las ONG marxistas necesitaban de una ideología y de un sistema institucional supranacional para influir y manejar sus respectivos estados nacionales. Con ese objetivo comenzaron a colonizar las instituciones del Sistema Interamericano de Justicia, las organizaciones multilaterales e, incluso, las Naciones Unidas. De allí, por ejemplo, que la sobrerregulación que ahoga a las inversiones mineras y en recursos naturales en el Perú suela promoverse respaldada por algún documento de estas entidades supranacionales. Igualmente, las campañas de las ONG en defensa de los derechos humanos de terroristas y subversivos no existirían sin el respaldo y los rebotes del sistema regional. De la misma manera, la llamada “ideología de género” que ha colonizado el Ministerio de Educación, de una u otra manera, encuentra su justificación en una ideología presente en estas entidades internacionales.
El pronunciamiento de los mencionados estados y las precisiones planteadas al sistema interamericano revelan una saludable reacción de los países. El abstencionismo de Vizcarra sigue creando tiempo nublado en nuestro país.
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