La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Estatismo y proteccionismo destruyen organización estatal
Tirios y troyanos hoy reconocen que el actual modelo económico y social —que desde los años noventa ha permitido triplicar el PBI y reducir la pobreza del 60% de la población a solo un quinto— ha tenido su Talón de Aquiles en el fracaso del Estado. En otras palabras, el crecimiento —basado en la inversión privada— es la principal explicación de los éxitos económicos y sociales. Y, por otro lado, la ineficiencia del Estado es la causa de que en el sur del Perú, la sierra y la selva, se proteste en cada elección, porque no se reduce pobreza con la misma velocidad que en Lima y la costa norte del Perú.
Ante el fracaso del Estado, la izquierda militante e intelectual suele plantear fórmulas que destruirían al sector privado y ahogarían a los mercados, los verdaderos protagonistas de la impresionante reducción de pobreza. Según la izquierda el fracaso estatal es sinónimo de falta de intervención del Estado en la economía. Algunos han desarrollado una encuesta con preguntas “bien elaboradas” y la mayoría de la gente “pide el regreso del Estado a la economía”. Y, entonces, aparecen las tres varitas mágicas que crearán el nuevo Estado que propone la izquierda: la diversificación de la economía (sin precisar los grados de proteccionismo o compromisos con el libre comercio), el aumento del gasto estatal y la resurrección del Estado empresario.
Semejantes iniciativas no resisten el menor análisis. Intentar diversificar el aparato productivo al margen del libre comercio es una roca. Para vender minerales un país no necesita ningún TLC porque los commodities se cotizan en los mercados de valores mundiales, pero no se pueden vender productos manufacturados con valor agregado sin acuerdos de libre comercio. En todo caso, allí están los aparatos productivos de Venezuela y Brasil, cada vez más “reprimarizados” y destruidos por la recesión, gracias a los diversificadores proteccionistas.
Igualmente la izquierda sueña con el gasto estatal y acude a los ejemplos de Suecia, Francia y los países europeos y nórdicos. ¡Suecia destina alrededor del 50% de su PBI al gasto estatal!, señalan. Sin embargo la izquierda esconde la tragedia de Europa, que de punta a punta lucha por terminar con el llamado “estado de bienestar”, reducir un gasto estatal insostenible y promover la participación del sector privado en educación, en salud y en el sistema previsional. Europa está tan mal que, tarde o temprano, sus bajas tasas de crecimiento la condenarán a convertirse en una región tercermundista.
Muy por el contrario, los países asiáticos —con gastos estatales en promedio del 20% del PBI— en tres décadas han industrializados sus economías, han creado sociedades de clases medias y han alcanzado el desarrollo. La conclusión es que a mayor gasto estatal mayor destrucción y desplome del Estado. Ejemplos históricos sobran: los países comunistas durante la Guerra Fría, los estados bolivarianos de América Latina y el estado de bienestar europeo.
Siguiendo con la receta irresponsable, la izquierda suele plantear la resurrección del Estado empresario, no obstante que se ha demostrado hasta la saciedad que es la mejor carga explosiva en contra de la existencia del mismo Estado. El velascato en los sesenta en el Perú, y los estados de Venezuela, Argentina ( de los Kirchner) y Brasil solo generan déficit fiscal y desatan altas inflaciones.
Ni el Estado proteccionista, ni el aumento del gasto estatal, ni la resurrección de la momia del estado empresario sirven para construir un Estado nacional que suba a los Andes y se extienda por las llanuras de la selva. Un Estado nacional debe ser el socio del mercado y la inversión privada y debe resolver los gigantescos déficits en infraestructuras, solucionar los problemas de las instituciones y reformar la educación y la salud. Tenemos un lustro para preservar la libertad. ¡No hay democracia ni mercado sin Estado nacional!
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