La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Humala atribuye desaceleración de la economía a empresarios.
El Presidente Humala volvió a culpar de la desaceleración económica al sector privado, porque, según él, “los empresarios deberían apostar por el país, no solo en los momentos en que la tienen fácil, sino ahora también”. Agregando una cuota de sarcasmo a sus declaraciones, dijo que su administración iba “a dar respiración boca a boca” a los privados.
Unos días antes, el ministro de Economía, Alonso Segura, atribuyó la persistente caída de la inversión privada al ruido político del cronograma electoral. Presidente y Ministro no entienden el porqué la inversión privada se contrae no obstante que el gobierno ha reducido impuestos y ha emitido algunas medidas a favor de la inversión. A veces los voceros de la administración humalista suelen atribuir la contracción privada a la caída de los precios de los commodities, pero, en general, en el Gobierno hay desconcierto frente al tema.
Antes una precisión acerca de qué hablamos cuando hablamos del sector privado. Hablamos de mercados y los mercados son organismos vivos que respiran información pública. En los primeros dos años de administración, el nacionalismo quiso restablecer el monopolio de los combustibles y ensayó la reelección conyugal. Es decir, lanzó señales que indicaban que se iban a cambiar las bases del modelo de crecimiento de las últimas dos décadas.
Ante semejantes interrogantes, los empresarios formales e informales postergaron sus inversiones en el mediano y largo plazo y, pese a la voluntad de rectificar del Gobierno, allí están las consecuencias: el 2014 la inversión privada cayó en alrededor del 2% y el primer semestre de este año las cosas empeoran, no obstante que aquella crecía sostenidamente por encima de los dos dígitos.
El jefe de Estado señaló que “todos los riesgos los asume el estado” y no el sector privado. Cuando el presidente insiste en el elefante blanco del Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara, que costará la friolera de US$ 3,500 millones, en momentos en que los precios de los hidrocarburos se desploman, en realidad no arriesga el dinero del estado ni de su gobierno, sino el de todos los contribuyentes del país, es decir, de los ciudadanos y las empresas.
Cuando el jefe de estado le enmienda la plana al PCM, Pedro Cateriano, señalando que el aumento de la Remuneración Mínima Vital sigue en agenda, en realidad no arriesga nada en el estado sino la viabilidad de millones de pequeñas empresas que crean empleo y riqueza. Agrava la distancia entre las economías formal e informal y vuelve a enviar señales contradictorias a los mercados. ¿Cómo se puede quejar de que la inversión privada se desplome?
De una u otra manera, el Presidente repite los prejuicios que la izquierda y los populismos han construido contra el empresario. En una sociedad abierta los empresarios cumplen el fin para el cual existen: generar rentabilidad. Si NO hay un entorno favorable, ¿quién regala su plata? Que alguien levante la mano, por favor.
De otro lado, el estado tiene la obligación de otorgar todas las facilidades posibles para que la inversión privada se expanda, genere empleo, y se reduzca así la pobreza. El tributo que recauda el estado para hacer carreteras, escuelas y postas médicas depende de esa expansión económica. Cuando la inversión privada cae, pierden, principalmente, los pobres, pero también el estado y la sociedad en su conjunto.
Ninguna sociedad ha construido libertad política y económica sin un poderoso y mayoritario sector privado en la economía. Cuando el estado es más grande que los privados, entonces, la democracia y la libertad ingresan al cadalso. Hoy estamos matando a la gallina de los huevos de oro, el sector privado.
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