Editorial Política

El trapo viejo de las “esterilizaciones forzadas”

La historia nacional de una de las infamias más escandalosas

El trapo viejo de las “esterilizaciones forzadas”
  • 16 de mayo del 2021

A raíz de las declaraciones de la candidata Keiko Fujimori acerca de que el programa de planificación familiar impulsado por el gobierno de Alberto Fujimori en los años noventa no fue uno de “esterilizaciones forzadas”, la izquierda comunista ha levantado el tema con las mismas narrativas de dos décadas atrás. No obstante todos los inventos, vale indicar que las “esterilizaciones forzadas” son solo un mito de la izquierda comunista que pretende causar terror. ¿En qué consiste ese mito? En que durante el fujimorato se esterilizó sin consentimiento a 300,000 mujeres, sobre todo a las más humildes, reeditando las prácticas más estremecedoras del nazismo en Alemania o de China, durante la política del hijo único.

De otro lado, vale señalar que este caso, tan “emblemático” para las corrientes comunistas, en el Perú ha sido investigado durante dos décadas y fue archivado en cuatro ocasiones. Es decir, una típica estrategia goebbeliana, que las corrientes comunistas fundaron antes que su pares nacionalsocialistas para tomar el poder en Rusia.

Bueno pues, resulta que años atrás se publicó una investigación prolija y desideologizada de Maria Cecilia Villegas (La verdad de una mentira), donde se acumulan datos de diversas instituciones vinculadas al tema, se suman testimonios y otros elementos, como parte de una investigación académica rigurosa, y se llega a la conclusión de que en el Perú no hubo una política estatal de esterilizaciones forzadas, que el mito de las 300,000 esterilizaciones es un monumento a la infamia y la mentira. Sin embargo, la investigación de Villegas señala que sí hubo casos que deben atribuirse a la responsabilidad individual de los médicos que, por diversas razones, no aplicaron el protocolo. Por ejemplo, en la Defensoría del Pueblo se habla de casos que podrían caer en la figura de esterilizaciones forzadas, pero que corresponderían a las responsabilidades individuales de los médicos, no del programa.

La propia Villegas parte de dos hipótesis, conforme a las narrativas que la izquierda ha desarrollado: 1. En el Perú se implementó una política pública masiva de esterilización; y 2. Que la política de esterilización fue forzada. La misma autora indica que ninguna de las dos hipótesis ha logrado verificarse en base a los hechos o los documentos analizados.

Vamos a explicar los resultados de la investigación de Villegas. Durante el segundo gobierno de Alberto Fujmori se desarrolló el Programa de Salud Reproductiva y Planificación Familiar (1996-2000) que fue absolutamente voluntario. Allí se legalizó el método de la ligadura de trompas, conocido como AQV; la izquierda lo denomina esterilizaciones forzadas.

Pues bien, la autora indica que, según un informe de la Defensoría del Pueblo, de las más de 254,000 AQV que se hicieron durante el programa, solo se investigaron 773 denuncias, de las cuales 61 eran de esterilizaciones sin consentimiento (o forzadas, según la izquierda). Lo curioso es que el informe de la Defensoría del Pueblo (Nº 69) recoge testimonios desde 1994 hasta 2002; es decir, antes y después del Programa de Planificación Familiar promovido por el fujimorato (26 de ellas durante el 2001 y 2002).

En este contexto hay que preguntarse: ¿hubo 300,000 casos de “esterilizaciones”? ¡No! ¿Fueron forzadas? No, porque se demandó la autorización del esposo o cónyuge para acceder a métodos anticonceptivos.

Con todo lo anterior se desploman los mitos desarrollados por la izquierda. Nunca hubo un programa de esterilizaciones forzadas, sino uno basado en el consentimiento de la propia usuaria; y segundo, jamás fue forzado, sino voluntario. Tampoco se trató de un programa masivo. 

No solo eso, los programas de planificación familiar en los noventa eran impulsados por la izquierda y sus organizaciones no gubernamentales. Asimismo se aplaudió cuando las madres de familia pudieron acceder a estos programas sin el permiso de sus esposos. Pero ahora se trata de demonizar al adversario electoral en el marco de unas elecciones en las que el Perú debe elegir entre el comunismo y la libertad.

No aceptemos más que los comunistas se escondan en la envoltura del antifujimorismo y practiquen uno de los mejores momentos de la historia universal de la infamia.

  • 16 de mayo del 2021

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