Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
En los discursos gubernamentales se está señalando que el Perú comienza “su refundación luego de 200 años de opresión occidental”, y que la administración comunista de Pedro Castillo, por primera vez, establecerá la justicia social. En los ochenta, igualmente, el proyecto político totalitario de Sendero Luminoso instauró en el terror en la sociedad argumentando la refundación del país. También hablaban de un nuevo comienzo.
Una característica de los totalitarismos es la vocación por reescribir la historia, derribar las experiencias e instituciones previas, ignorar a los próceres, a los intelectuales y debates que han forjado una sociedad, para proponer un nuevo inicio, la refundación del país. Sucedió en los ochenta en el Perú y ha sucedido con todos los proyectos de vocación totalitaria en el planeta.
El intento oficialista de reescribir la historia ignora que el 80% de los peruanos habita en las ciudades y que Lima se ha convertido en la principal ciudad andina y en crisol del mestizaje nacional. Asimismo, desconoce que el crecimiento de las últimas tres décadas ha triplicado el PBI, ha reducido pobreza del 60% de la población a solo 20% (antes de la pandemia) y ha generado los mayores recursos fiscales en toda nuestra historia republicana, al margen del fracaso general del Estado y los burócratas en la redistribución de la riqueza generada por el sector privado.
Si existe más de 20% de peruanos bajo condiciones de pobreza es exclusiva responsabilidad del Estado que no ha redistribuido riqueza ni ha promovido suficiente inversión privada para acelerar la reducción de pobreza. El modelo que mayor pobreza ha reducido en nuestra historia no puede estar en el banquillo de los acusados para exculpar al Estado.
Al margen de los relatos históricos del oficialismo y de la idea del nuevo comienzo, el Perú comienza a regresar aceleradamente hacia los años ochenta. Es decir, a la década pérdida en que el Estado empresario, la falta de inversión privada, la ausencia de exportaciones y el descomunal gasto social quebraron al Estado y la sociedad y desataron una de las hiperinflaciones más graves de la historia. Hoy, la devastadora experiencia nacional ya ha sido superada por la tragedia venezolana.
En ese entonces no solo hubo hiperinflación y la pobreza sobrepasó el 70% de la población, sino que el trabajo ideológico y cultural del maoísmo en las universidades y la escuela pública parió al Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso, que desató la vesania y el terror en la sociedad peruana.
Hoy, el presidente Castillo habla de supuestos monopolios que encarecen los productos de la canasta básica y sugiere la posibilidad del control de precios. Igualmente, el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, se muestra entusiasmado por la intervención del estado empresario en minería, gas y energía. Estos anuncios, envueltos en la propuesta de la asamblea constituyente, simplemente han paralizado la inversión privada en seco, mientras el Estado pretende seguir gastando en programas sociales como si estuviésemos en tiempos privilegiados.
De otro lado, el Ejecutivo ha reconocido a la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación Peruana (Fenate), una organización magisterial radical vinculada al Movimiento por la Amnistía de Derechos Fundamentales (Movadef) y de orientación maoísta. Igualmente, el Gobierno no esconde su oposición a la Ley de la Carrera Pública Magisterial que establece el nombramiento y la promoción de los docentes en base a la meritocracia.
¿Por qué el Ejecutivo se opone a la meritocracia en el profesorado y promueve la estabilidad laboral absoluta? Aquí es evidente la influencia del maoísmo, que pretende convertir al docente de la escuela pública en una herramienta de adoctrinamiento de los estudiantes, tal como sucedió en los ochenta. Y si a esto le sumamos que el cambio de régimen penitenciario, que posibilita el traslado de muchos cuadros del maoísmo a cárceles comunes, entonces la imagen del regreso a los ochenta parece completarse.
El Perú de los ochenta fue una época de economía antimercado y gasto estatal descontrolado. Asimismo, fue un tiempo de control maoísta de la escuela pública antes del terror. El anuncio del nuevo comienzo de la administración Castillo entonces nos lleva a la tragedia de los ochenta.
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