Editorial Política

El muñeco comunista de “la segunda reforma agraria”

Un relato que forma parte de una estrategia de poder antirrepublicana

El muñeco comunista de “la segunda reforma agraria”
  • 04 de octubre del 2021

El presidente Castillo, el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, y el titular de Trabajo, Iber Maraví, el 3 de octubre pasado, lanzaron la llamada “segunda reforma agraria” en el Cusco. La fecha coincidió con el golpe militar de Juan Velasco Alvarado, identificado con la expropiación de los latifundios de los años sesenta, que abarcaban más del 50% de la superficie agrícola de entonces.

El presidente Castillo, emocionado y sin control de las fechas, incluso, señaló que cuando era niño contemplaba los latifundios poderosos. Sin embargo, el jefe de Estado tiene 51 años, es decir, nació a inicios de los setenta cuando los latifundios habían sido expropiados por el velascato.

Hoy, luego de medio siglo de las expropiaciones, los más de 2.2 millones de beneficiarios de la primera reforma agraria velasquista conducen el 95% del total de las tierras dedicadas a la agricultura. Sin embargo, desarrollan una agricultura de subsistencia y la mayoría padece pobreza. El motivo: el fracaso del Estado en proveer agua, caminos y conectividad física, y la imposibilidad de conectarse a los mercados mundiales de agroexportación por falta de títulos de propiedad, asociatividad, créditos e información de mercados. 

En otras palabras, el Estado expropió los latifundios a fines de los sesenta y creó un océano de pobreza en el 95% de las tierras agrícolas. En el 5% restante ha surgido una agricultura de agroexportación que ha convertido al Perú, que era un mendigo agrario, en una potencia agroexportadora mundial, con más de US$ 7,000 millones en exportaciones anuales. Ese reducido sector de agricultura moderna, igualmente, explica el contrato de más de un millón de trabajadores formales y que la pobreza se haya reducido significativamente en las regiones agroexportadoras.

Por todas estas consideraciones, como lo señala el empresario agroexportador, Fernando Cilloniz, en el Perú subsiste la mejor y la peor agricultura del mundo. En este contexto, ¿cuál es el objetivo de la llamada “segunda reforma agraria” del Gobierno? Para cualquier peruano de buena voluntad la respuesta sería obvia: acercar esa “peor agricultura del mundo”, del 95% de los minifundistas, al reducido sector de la mejor agricultura del planeta.

Sin embargo, el Ejecutivo ha marginado a los empresarios agroexportadores del Grupo de Trabajo de la Segunda Reforma Agraria, y en el discurso de Castillo se percibe el claro tufillo anti empresa privada, así como diversos subrayados alrededor de la agricultura familiar. La segunda reforma agraria no puede buscar expropiaciones. Una verdadera ridiculez. ¿Expropiar el 5% de tierras agrícolas?

Nadie sabe entonces en qué consiste la segunda reforma agraria. Sin embargo, comienza a quedar en evidencia que no se trata de una propuesta de reforma económica, sino que se trata del intento de construir un relato: construir la percepción de que la pobreza de la mayoría de agricultores es responsabilidad de los empresarios agroexportadores y no del Estado, incapaz de proveer agua, infraestructuras físicas, y legales.

El muñeco de la segunda reforma agraria entonces no tiene que ver con la economía, sino con la cultura y las narrativas. Toda estrategia de poder que pretende justificar la concentración de los poderes político (asamblea constituyente) y económico (expropiaciones y estatizaciones) necesita de relatos, de narrativas, que justifiquen el proceso. 

Por ejemplo, hoy los comunistas hablan de “la república plurinacional”, porque señalan que el Virreinato y la República solo significaron siglos de opresión occidental, ignorando que en estas centurias el Perú ha construido uno de los procesos de mestizaje (en base a nuestros padres indígenas y españoles) más significativos en Iberoamérica. El objetivo de este falseamiento de la historia, tal como lo hacía Sendero Luminoso, es justificar la refundación comunista del Perú.

El relato de la segunda reforma agraria, pues, solo es una narrativa para la estrategia de poder totalitario. Es decir, se pretende empobrecer más y más a los más de 2.2 millones de minifundistas que creó la primera reforma agraria velasquista.

  • 04 de octubre del 2021

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