La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El presidente del Consejo de Ministros (PCM), Aníbal Torres, en conferencia de prensa, polarizó en extremo con el Poder Legislativo, señalando que expresa una posición “golpista”, porque un sector de legisladores discute la posibilidad de una vacancia presidencial. Al respecto, mencionó una noticia imprecisa acerca de una reunión de legisladores en un hotel miraflorino.
Sin embargo, un Ejecutivo que ha convertido a la instalación de una asamblea constituyente –por fuera de la Constitución–, en eje principal de su administración, ¿acaso no es un Gobierno que desarrolla un golpe de Estado permanente? Pretender una constituyente al margen del actual Congreso, ¿acaso no es violar todos los días la constitucionalidad y las leyes?
Planteada las cosas así, es evidente que el cuarto gabinete de Pedro Castillo, de una u otra manera, ratifica la orientación general de los gabinetes Bellido, Vásquez y Valer. El objetivo parece ser confrontar políticamente para dividir a la sociedad entre buenos y malos, entre el pueblo y el no pueblo, y ahora entre los demócratas y los golpistas.
Sin embargo, existe una novedad. Hoy ha empezado una sostenida campaña para desprestigiar al Congreso de la República, una campaña alentada por las corrientes comunistas y progresistas de izquierda con diferentes objetivos. De alguna manera, el PCM, Aníbal Torres, ha desempolvado todas las herramientas e instrumentos que se utilizaron durante la administración Vizcarra para cerrar anticonstitucionalmente el Legislativo.
Semejante campaña le posibilita al Gobierno ocultar –al menos por un momento– el desmadre y el desgobierno nacional en que se ha sumido a la República en apenas seis meses de gestión de Pedro Castillo. Por ejemplo, el señor Torres ha viajado a la zona del corredor minero del sur y, en vez de anunciar una salida a los bloqueos que paralizan las operaciones de Las Bambas –una de las diez megaminas más grandes del planeta–, el PCM se dedicó a enfilar en contra del Legislativo.
Por otro lado, los ataques al Congreso velan el hecho de que Lima ha comenzado a ser desbordada por una ola criminal cruenta. Asimismo, se oculta el abandono que se percibe en los ministerios; tal como sucede en el sector Transportes, en donde ni siquiera hay documentos para renovar pasaportes. Y si le agregamos la situación del sector Salud –en pleno proceso de inmunización nacional contra el Covid–, con el cambio intempestivo del titular del sector, entonces, no es exagerado sostener que el Estado comienza a implosionar desde adentro.
En resumen, el Estado abandona las zonas mineras cuando el precio del cobre se dispara, y empodera a las minorías radicales anti inversión. O quizá sea más apropiado sostener que el Estado se desmorona, tal como sucede en Lima frente a la ola criminal.
En medio de estas tragedias una catástrofe mayor: el crecimiento de la inversión privada se desploma por los anuncios de la constituyente, y las proyecciones indican que este año el Perú crecerá menos de 3%. Es decir, debajo del promedio del crecimiento mundial. Con semejante expansión económica será imposible seguir reduciendo la pobreza, que afecta al 25% de la población. De esta manera, este flagelo social seguirá igual o aumentará.
En medio de este proceso de destrucción nacional, el señor Torres ha decidido armar un campo de batalla imaginario en contra del Congreso, no obstante que el Legislativo ha otorgado confianza a dos gabinetes con cuestionamientos extremos. Si el nuevo PCM se dedicará a detener el proceso de implosión nacional que afecta al país, estamos seguros de que nadie en el Congreso siquiera se atrevería a mencionar la palabra vacancia.
En cualquier caso, el Perú sigue en la guerra que amenaza destruir décadas de crecimiento, reducción de pobreza y construcción republicana.
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