Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
El presidente Castillo comienza a acostumbrarnos a una narrativa acerca de que el incremento de los precios se explica por la existencia de monopolios. Y más de un grupo económico comienza a ser demonizado por la prédica oficialista.
En este portal no nos cansaremos de repetir que la principal causa de la subida de precios en el Perú tiene que ver con el anuncio de Castillo de convocar una asamblea constituyente y la designación del Gabinete Bellido. Ambos hechos afirman una percepción incuestionable: el Ejecutivo pretende promover un cambio de régimen político y económico; es decir, busca instaurar “una república plurinacional y con equidad de género”, y colectivizar la economía.
Ante esta situación, los ciudadanos y las empresas corren desesperados a refugiarse en el dólar como una manera de salvar sus propiedades y ahorros. En este contexto, el dólar sigue subiendo. El otro factor que explica el aumento de los precios de la canasta básica es el incremento del valor del petróleo, el maíz y el trigo, entre otros productos, como consecuencia de la reactivación de la economía mundial. Sin embargo, es incuestionable que la desestabilización que ha generado la administración Castillo (subida del dólar, parálisis de todas las inversiones y fuga de capitales) es la causa principal del incremento del costo de vida.
Ahora bien, ¿de qué monopolios habla el presidente Castillo y la izquierda comunista? Por ejemplo, se menciona el aceite y se señala a ciertos grupos. En el Perú existen muchas marcas de aceite por la sencilla razón de que existe libre comercio para importar de cualquier parte este producto. ¿Cómo entonces puede haber monopolio en el aceite? Lo mismo pasa en otros productos como el azúcar, el maíz y el trigo.
Es evidente que en una economía con 22 tratados de libre comercio los precios de la canasta básica tienen que estar vinculados a los precios internacionales de estos commodities en el mercado mundial. Si no fuese así, en primer lugar, estos productos serían lujos inalcanzables para los pobres y las clases medias, escasearían en general, y los precios estarían diez o veinte veces más altos. Así sucede en Venezuela, por ejemplo. De allí el terrible papel que juega la trepada artificial del dólar que desatan los anuncios de Castillo.
Ahora bien, cabe señalar que la izquierda nos tiene acostumbrado a este tipo de narrativas. La diferencia es que ahora son asumidas por el jefe de Estado. Por ejemplo, la pasada administración Vizcarra pretendió culpar de la escasez de medicinas contra el Covid a las farmacias privadas. Sin embargo, en el Perú el 80% de la oferta de medicinas está a cargo de las farmacias del Estado (Ministerio de Salud, Essalud y Fuerzas Armadas y Policiales), mientras que el 20% restante a cargo de los privados.
Cuando el stock de genéricos contra el Covid se agotó y solo quedaron los productos de marca en las farmacias privadas, el Ejecutivo pretendió señalar que esos productos eran parte de una “especulación”. Terrible sacada de cuerpo de un Ejecutivo que no compró genéricos contra el Covid.
Otro ejemplo es la demonización de las clínicas privadas. No obstante que el sector privado de salud solo atiende al 5% de la población, la izquierda comunista pretendió vender el relato acerca de que este sector excluía a las amplias mayorías, por los altos costos para la atención del Covid. Si hay precios altos en las clínicas es porque falta más competencia privada y porque el Estado abdicó de su responsabilidad de proveer salud, equipos de protección especial, equipar hospitales y comprar camas UCI y vacunas en el momento adecuado.
El mismo libreto repiten las corrientes comunistas cuando hablan de “la segunda reforma agraria” en el Perú. Pretenden señalar que el problema de las exclusiones nace de la agroexportación, no obstante que este sector solo conduce el 5% de las tierras agrícolas. El 95% restante es manejado por más de 2.2 millones de minifundistas que carecen de títulos de propiedad, de carreteras, agua y créditos. Es decir, que han sido abandonados por el Estado.
En realidad, al comunismo no le interesan las reformas en ningún sector. El objetivo de estas corrientes es construir el relato que fomente una política de expropiaciones y estatizaciones que acabe con el sector privado y los mercados.
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