La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El Gabinete que preside el congresista Héctor Valer parece uno difícil de descifrar; sobre todo porque la mayoría de sus integrantes no tienen mayores credenciales profesionales y técnicas, y carecen de trayectoria política y de experiencia en el servicio al Estado. El propio presidente del Consejo de Ministros (PCM) se caracteriza por el paso de un partido a otro, por decir lo menos. Sin embargo también es el Gabinete de las denuncias y acusaciones. El propio PCM está denunciado por violencia familiar. Lamentable.
En ese sentido, el Gabinete Valer es uno gris y mediocre. Un Consejo de Ministros debería ser un espacio en el que brillen los mejores políticos y profesionales de la sociedad. Pero una imagen de ese tipo parece muy difícil con las decisiones del presidente Castillo.
Sin embargo, el Gabinete Valer parece estar menos inclinado a las ortodoxias comunistas que caracterizaron a los gabinetes Bellido y Vásquez. Por ejemplo, la designación de Óscar Graham en el despacho de Economía y Finanzas (MEF) ha producido ciertos respiros de alivio en los mercados y la inversión privada. El nuevo titular de Junín es un funcionario de carrera del MEF y tiene una formación económica sólida.
Graham –en comparación a Pedro Francke, quien pretendía subir impuestos en medio de una desaceleración de la economía e incremento de ingresos del Estado por los precios de los minerales– genera mayor tranquilidad y certeza en la economía. En Graham parece no haber la tozudez ideológica del comunismo ni del progresismo.
Sin embargo, aquí vale mencionar el aserto popular acerca de ver para creer. La mayoría de los integrantes del Gabinete es desconocida y acumula denuncias y cuestionamientos de aquí para allá. Habrá entonces que ver en la cancha para decir que no estamos ante más de los mismos fracasos de Castillo.
No obstante, el Gabinete Valer tendrá sus primeras pruebas de fuego en las siguientes horas. Por lo pronto, por ejemplo, es urgente cancelar la locura ideológica del cierre de la Refinería La Pampilla, que amenaza la provisión de combustibles para el transporte terrestre, aéreo y marítimo.
En segundo lugar, se debe restablecer el imperio de la Constitución, la ley y de todos los derechos en el corredor vial del sur, decretando el estado de emergencia en toda esa área. No se puede seguir permitiendo que minorías radicalizadas –antes empoderadas por los gabinetes Bellido y Vásquez– amenacen la producción de las minas que producen más del 50% del cobre nacional y causen más de 421 días de paralizaciones a MMG-Las Bambas, una de las diez megaminas de cobre más grande del planeta.
Asimismo, es fundamental que el nuevo Gabinete ratifique su compromiso con la ley de Carrera Pública Magisterial, un compromiso ausente en los dos anteriores gabinetes. Por el contrario, los titulares de Educación buscaban el nombramiento indiscriminado de los profesores afectando el derecho a una educación de calidad, sobre todo de los niños más pobres. Algo así no puede continuar.
Igualmente, se necesita abandonar ese esperpento ideológico de la llamada segunda reforma agraria, que buscaba contraponer el futuro de los más de 2.2 millones de minifundistas con el de las agroexportaciones. Si en los anteriores gabinetes no se habló de expropiaciones de tierras es porque quedó en evidencia que el milagro agroexportador peruano solo se desarrolla en el 5% de las tierras agrícolas. No hay futuro para los minifundistas si es que el régimen agroexportador no se extiende a todas las tierras dedicadas a la agricultura.
El nuevo PCM ha empezado mal señalando que no es momento de la constituyente, sino que se trata de crear un momento constituyente de aquí a cuatro años. ¿Cómo es eso? Si el Gabinete Valer no descarta la constituyente y convoca a la inversión privada, nacional y extranjera, el tercer consejo de ministros (en seis meses) será más de lo mismo.
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