Editorial Política

¿El Estado unitario hecho trizas?

Terrible escenario para la democracia peruana

¿El Estado unitario hecho trizas?
  • 12 de febrero del 2019

 

Luego de semanas de haber asumido el cargo, los gobernadores Walter Aduviri de Puno, Zenón Cuevas de Moquegua, Elmer Cáceres de Arequipa y Vladimir Cerrón de Junín han desafiado abiertamente la vigencia del Estado unitario consagrado en la Constitución política y pretenden ignorar al Gobierno central de Martín Vizcarra. Como ya se sabe, Aduviri y Cuevas se reunieron en Bolivia con el mandatario Evo Morales para negociar la venta de balones de gas subsidiados.

El sector de Energía “refrendó” el acuerdo ante la fuerza de las circunstancias, y Vizcarra no tuvo el coraje ni la voluntad de emplazar a Morales a respetar las relaciones entre estados, ni menos la decisión para cuestionar la conducta de los mencionados gobernadores. Por su lado, Cuevas ha propuesto aumentar en 10% un impuesto a las utilidades de las actividades extractivas, en momentos en que avanza la inversión en Quellaveco. Asimismo, Cáceres ha señalado que el proyecto Tía María no debe avanzar por falta de “licencia social”, y se opone a la agroindustria en gran escala en el proyecto Majes-Siguas II. Y Cerrón, en Junín, ha planteado que en su región se desarrolle un currículo propio, al margen de las políticas del sector Educación.

El fracaso en el combate a la anemia es otra expresión de la crisis del Estado. La anemia sigue afectando al 43.5% de los niños menores de tres años, y solo el 30% de los infantes reciben los micronutrientes que ha comprado el Estado, mientras el 50% se pudre en los almacenes. El motivo: el Ejecutivo ha sido incapaz de conducir la Comisión Intergubernamental de Salud (CIGS), que coordina la relación del Gobierno, de los ministerios, con las regiones. Las lluvias y huaicos que azotan el sur del país también son otra clara expresión del fracaso estatal. Si bien el presidente Vizcarra se presenta en las zonas de desastres acompañado de los ministros y los directivos de entidades estatales, es evidente que el Estado no ha tomado previsión alguna pese a las alertas de los organismos especializados del mundo sobre la posibilidad de un Niño moderado.

Comisión Intergubernamental de Salud

Si a estos hechos le sumamos que el Ejecutivo no lidera ninguna reforma que posibilite incrementar la productividad y la competitividad de la economía, para relanzar el crecimiento y el proceso de reducción de pobreza, no es exagerado preguntarse en dónde está el Estado. Y en este contexto tampoco es un exceso interrogarse si el Estado unitario se está haciendo trizas.

¿Cómo explicar estos hechos? Es evidente que en la base existe un terrible diseño de la regionalización y descentralización del país, que debilita la idea de un Estado unitario. Asimismo, la ausencia de partidos nacionales fomenta los regionalismos antisistema y la balcanización del sistema político. Sin embargo, durante la administración de Vizcarra ha surgido una especie de “rebelión regional” que no se había presentado en las últimas dos décadas de democracia, con gobernadores con apenas semanas en el cargo.

No obstante las explicaciones planteadas, el Estado unitario se ha debilitado en extremo por la guerra Ejecutivo-Legislativo que empezó Keiko Fujimori y Fuerza Popular, y que Vizcarra continuó hasta el paroxismo. En tiempos del vizcarrismo un sector que protagonizaba esta espiral de choques institucionales, incluso, terminó encarcelado.

Durante el año de gestión de Vizcarra la política se convirtió en sinónimo de guerra. El referéndum, por ejemplo, solo tuvo como objeto sancionar a la oposición y arrinconar al Congreso, a tal extremo que las reformas constitucionales planteadas solo bastardearon nuestro orden constitucional: no reelección congresal sin bicameralidad, estatización de las campañas electorales y una Junta Nacional de Justicia que fomenta la dependencia e inestabilidad de los magistrados con plazos muy cortos para la ratificación. Es evidente que si el jefe de Estado lidera una guerra contra el Legislativo, acompañado de una coalición de medios y las encuestas de Ipsos, el resultado incuestionable será el debilitamiento del Estado unitario y el desarrollo de una balcanización del sistema. La autoridad del Estado unitario en democracia se basa en la fortaleza del Ejecutivo, el Legislativo y las demás instituciones.

Pero el debilitamiento no solo es producto de la guerra que ha desarrollado Vizcarra. Además esa misma guerra, de una u otra manera, ha consumido todas las energías del Ejecutivo: no hubo fuerzas para asumir las tareas de la gobernabilidad ni menos para liderar las reformas urgentes que necesita el país. El resultado: gobernadores antisistema que desafían el orden constitucional, derrotas en la lucha contra la anemia, falta de previsión ante las lluvias y huaicos que nos golpean, reconstrucción del norte sin avances y fracasos en la lucha contra el crimen.

Ojalá el Ejecutivo y el Legislativo y el propio presidente Vizcarra entiendan que se acabó el recreo y el tiempo de las portadas y reportajes. Es hora de gobernar para evitar un mayor deterioro institucional.

 

  • 12 de febrero del 2019

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