Juan C. Valdivia Cano
Estéfano
Sobre los problemas y las satisfacciones de ser padre

“¿De qué le sirve al hombre ganar el
mundo entero si pierde su alma?”
(Mateo 16:26)
Sentirse algo mal debido a la inevitable necesidad de trabajar lejos del hijo recién nacido, debutando como papá. Culpa tal vez . Es un sentimiento o una idea que solo se justifica e incluso se considera moralmente correcta en las sociedades monoteístas, que creen en la idea de pecado, castigo, remordimiento, culpa, infierno, etc. No todos tenemos por qué aceptar esa moral: la moral del pecado. La libertad de pensamiento y expresión son, por eso, fundamentales, para que nadie puede imponer una moral; sería inmoral ( aunque de hecho eso ocurra hace siglos). Te lo digo por si estás inoculado y aceptas esa moral, si crees en esa moral: la moral de la mayoría, la moral convencional. No serías el único.
De esa esa idea deviene la mala conciencia, la conciencia de pecado, y la pérdida de fuerza que eso representa (lo viví de chico y joven). Esa idea se introduce a través de la familia, la Iglesia, el colegio, etc, en las sociedades occidentales y cristianas , como el Perú. Y poco a poco se va depositando en el fondo del alma del niño, o muy cerca. Por eso luego es difícil erradicarla… pero no imposible. Y muy saludable.
Y aunque tu no hablas de culpa sino de tristeza, ¿qué es la tristeza, la pena, como se llama en lenguaje común, sino , en el fondo, culpa y todo lo que sigue a ésta? Pero solo pregunto, por ahora. Hablo por si acaso. Spinoza llama “pasión triste” a todo lo que debilita, a todo lo que roba energía, fuerza, potencia. De ahí que en sociedades, o individuos, que no creen en el pecado, la culpa, el infierno, el castigo, etc, o no los conocen, como entre los romanos o los griegos antiguos (antes de J.C.) o los Incas, los salvajes, los niños (hasta cierta edad) etc, no tienen o no parecen experimentar ese sentimiento, parecen más libres a su manera, más fuertes y felices, o por lo menos más sanos.
También más “malvados”, es verdad. No se si recuerdas las patadas en la canilla que, con tus zapatos ortopédicos de punta de acero alemán, me dabas cuando eras chibolo. Te matabas de risa ante mi terrorífica expresión de dolor. Y mientras más dolor más risa. Nadie es perfecto. O los sacrificios humanos de los aztecas, que incluían a los niños (los preferidos de los dioses). Los Incas también, no te creas, aunque los izquierdistas o comunistas y varias instituciones y personas los presenten como perfectos.
Pregúntale a la momia Juanita. En su época era normal, un ritual espectacular, que no dejaba de ser una costumbre salvaje. Estoy describiendo, no reprochando; sería torpe extrapolación de mi parte; al contrario, pienso en la energía psicofísica que supone ejecutar un rito semejante; como no podría reprocharte a ti por tus dolorosas patadas. La analogía no es arbitraria (hijo menor-aztecas). No hay “buen salvaje”. Eso es invento de Juan Jacobo Rousseau. Algunos de ellos te pueden echar a la olla de agua caliente vivo y con zapatos y todo. Y sin Ají-no-moto.
No hay ninguna razón para sentir culpa, en ningún caso; el pecado no existe como realidad objetiva. Aunque la abuelita crea que el bikini-hilo-dental de la nieta es pecado, el pecado no está en el elegante bikini de la nieta sino en la cabeza de la buena abuelita. Como dijo el judío Spinoza, el pecado es solo una “idea”: “la idea de pecado”. Es la idea de la abuelita. Pero no hay pecado, no hay hechos morales, sino puntos de vista morales sobre los hechos. Así habló Zarathustra.
Precisamente de esa idea vino a liberarnos Jesús de Nazaret, como el mismo Pablo de Tarso lo reconoce en una carta (Epístola a los Romanos, 6: 23), aunque él fue bastante inconsecuente con ese reconocimiento. Y nos jodió. En vez de contribuir a nuestra liberación de “la idea de pecado” contribuyó a su fijación, a su internalización más profunda y extensa. Por eso más que cristianos somos paulinos. Cristo no escribió jamás, como Sócrates, y no hay grabación ni video, que yo sepa. Pablo era un líder, un escritor y un intérprete. Cristo era un hippie bondadoso que vino a liberarnos del pecado con el ejemplo. No creía o no lo conocía : inocente como un niño. Peace and Love.
La internalización de una idea no es inmediata, se requiere tiempo para que esa idea –en un primer momento solo mental– por más adecuada que sea, se vuelva carne, sangre, nervio, vértebra. Para hacerse real o efectiva tiene que in-corporarse, hacerse cuerpo. Para eso sirve la lectura, la reflexión, la literatura, la psicología, la filosofía, la buena música, el arte, etc, la preparación, el entrenamiento. Y los consejos del abuelo. O sea la cultura. Y felizmente no es una cuestión de cantidad. Aunque requiere tiempo, eso no importa, ni cuánto tiempo requiere. Lo que importa es la calidad.
Y por eso tal vez no haya nada más importante en la vida que conocerse uno mismo, que construirse o reinventarse uno mismo, que recrearse uno mismo. La calidad se construye, se inventa, se crea. Y como los niños son esponjitas, te hablaba de la necesidad de leerles buenos libros (no libros para niños, como advierte Borges). Y hacerles escuchar buena música, aunque no hayan cumplido su primer mes de edad. Y aunque no entiendan nada … aparentemente. En realidad nadie aprende más completa y profundamente que un niño, como se puede comprobar. Un niño al que le han leído, por ejemplo, Antón Chéjov (mágico cuentista ruso) en la primera infancia, antes de dormir, no va a ser igual a un niño que no ha tenido esa experiencia, empezando por el enriquecimiento de su vocabulario, y aunque sea solo por eso. No se necesita entender ni ser consciente, solo escuchar.
No es poco, sin embargo, ya que mientras más vocabulario, más y mejor pensamos y nos expresamos, porque pensamos y nos expresamos (en y) con palabras. Todo pensamiento es lenguaje. Además, todo lo que Chéjov –a través de un cuento- era y sabía se introducirá en su corazón (cito). Incluida la hermosa forma de expresarse de Chéjov. “El lenguaje es la casa del ser”, decía un tal Heidegger. Y un tal Wittgenstein: “Expandir los límites de nuestro lenguaje es expandir los límites de nuestro mundo”.
Y “buena música” hay mucha, pero el Jazz y la música clásica son apuestas seguras en la formación de un niño. El jazz es la música del siglo XX y XXI. El jazz se está rehaciendo constantemente a sí mismo, sin brújula ni pauta, ni método, ni estructura preconcebida. Es la creación sobre la marcha. La música es un lenguaje directo y sin intermediarios, porque ella no necesita lenguaje. El oído y el gusto del niño no serán los mismos después de escuchar en la infancia a Bach o Vivaldi o a Chick Corea y Chucho Valdez, o gente como esa. No toda la música tiene la misma calidad. Y la buena educación solo puede ser educación de calidad.
¿De qué serviría que vivas a su lado si no tuvieras qué ofrecerle? Y no tenemos mucho que ofrecer a nadie si no tratamos de desarrollar la propia conciencia crítica y autocrítica, el autoconocimiento. Aumento de la conciencia implica aumento de libertad y, en consecuencia, aumento de potencia. ¿Y quién no la necesita para vivir en esta dura vida? Auto conocimiento significa –prioritariamente- análisis a fondo de los defectos, limitaciones, debilidades, huecos negros, que todos tenemos (y tener los cojones -u ovarios- de reconocerlos y luchar con ganas por superarlos). El joven necesita ayuda para empezar.
Nadie puede ser buen padre –aunque viva muchas horas al lado de su hijo– sino como buen guerrero, trabajando por la propia madurez, contra la propia mediocridad y contra los únicos verdaderos pecados humanos que hay en este mundo: la pereza, la cobardía y la ignorancia. Ser responsable, no es vivir todo el día a su lado haciéndole cuchi cuchi, digamos, sin ánimo de burla. Es una razón para comprender la necesidad de trabajar con el propio cuerpo y con la propia mente (o alma, o espíritu). Los dos son uno. Es la mejor herencia que se puede dejar.
Mens sana in corpore sano, decían los romanos, que sabían de qué hablaban. Por eso desarrollaron su potencia como nadie jamás , antes y después de ellos. Solo el deporte y la lectura salvarán al Perú. La verdadera cultura es autocultivo. Tú te echas agua, tú te abonas, tú te fertilizas, tú te nutres, tu eliges un buen libro. San Agustín que, además de santo, era un hombre muy cultivado, le llamaba “camino de la perfección espiritual”. Y como el espíritu es inseparable, indiscernible o inescindible del cuerpo, también hay que ocuparse de éste y en primer lugar. Te lo dice un agustino de corazón. Una persona es culta no cuando lee mucho, sino cuando lee buenos autores o buenos libros, aunque no sean muchos, y los usa para examinarse, cultivarse y transformarse a sí mismo.
Aunque estés mucho tiempo lejos de tu hijo, nunca será mucho (no es asunto cuantitativo, felizmente, sino cualitativo). Si las desarrollas bien, de alguna manera él heredará toda tu madurez, tu seguridad, tu fuerza, tu autoestima, porque tú le transferirás todo lo que eres, con su aprendizaje incluido, incluso sin darte cuenta, sin necesidad de estar con él todo el tiempo. Me parece que la responsabilidad está ahí. Esos carismas no se desarrollan solos, mon cher. El ejemplo en vivo es el método que funciona.
Y si la tristeza insiste, acércate a los estoicos. Como tú, viví esa misma triste experiencia dos veces. Los estoicos ayudan en esos casos con el ejemplo y las palabras. Primero Epicteto, el esclavo. Y luego Marco Aurelio, el emperador de Roma. Escriben bonito y fácil (eso es increíble). Son útiles para los problemas profundos, como la tristeza. Con ellos se aprende que se pueden asumir de manera muy distinta las mismas cosas. Los estoicos no solo siguen vigentes después de 24 siglos. Están de moda. Por algo será.
COMENTARIOS