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Hora de privatizar las EPS ante el clamoroso fracaso estatal
El ministro de Vivienda, Milton Von Hesse, afirmó hace algunas semanas que las empresas de agua y saneamiento (EPS) “están podridas”. El fracaso del estado en la gestión del agua demuestra que solo la privatización del servicio del agua potable permitirá que ésta llegue a los más pobres.
Lo que sucede es que las EPS estatales ya han sido “privatizadas”, pero por los sindicatos de trabajadores y las municipalidades - administradoras de las EPS-, que las han convertido en caja chica y proveedoras de empleo político. ¿Cuál ha sido el resultado? De las 48 EPS que existen a nivel nacional, incluida Sedapal, todas están declaradas en insolvencia financiera y la mayoría incumple los estándares mínimos de calidad del agua, cobertura e infraestructura. Según el ministerio de Vivienda, del 100% de agua que las empresas producen facturan el 50% y solo cobran 25%.
En la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass) se señala que más de 8 millones de compatriotas -en los ámbitos urbano y rural- no tienen acceso al agua potable. En el estudio “El Agua que no chorrea” del Instituto de Estudios Peruano (IEP) se puntualiza que solo el 2% de peruanos consume agua de calidad y más de 30 mil pueblos rurales tienen deficiencias con respecto a la gestión del servicio.
Pero lo más grave es que los más pobres pagan más por el agua. El usuario de Sedapal paga en promedio S/. 16 soles al mes, mientras que los más pobres gastan S/. 70 soles mensuales en comprar el líquido a camiones cisterna. En las regiones la situación es similar. Según el INEI, en la ciudad de Cerro de Pasco, con 46% de pobreza, el metro cúbico de agua cuesta S/. 45 soles. Lo mismo puede decirse, por ejemplo, de Talara, Sullana y Pucallpa.
El fracaso del modelo estatista atenta contra la salud de la infancia. En el estudio ¿Está el piso parejo para los niños del Perú? del Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE) se advierte que el 41% de niños no tiene acceso al servicio. Asimismo la desnutrición crónica y las enfermedades diarreicas agudas (EDAs) en niños de 0 a 3 años están relacionadas con la calidad y la cobertura del servicio de agua.
Bajo un modelo de gestión privada, la cobertura y la calidad del agua potable se medirían con estándares estrictamente técnicos. Lo que ocurre hoy es que, bajo el monopolio estatal, los consumidores están subsidiando a los sindicatos y las argollas municipales, dueños verdaderos de las EPS.
Las experiencias privatizadoras en otros países han sido positivas. “Aguas Andinas” en Santiago de Chile o “Aguas de la Habana” en la capital cubana -gestionada bajo un esquema de alianza público privado-, han sido alternativas eficientes y con mejores resultados.
La privatización del agua potable es el camino que el Perú debe asumir para atender a los más pobres. Hoy el Leviatán estatal fracasa en la gestión del agua potable tal como lo hizo en los noventa con la telefonía y la electricidad. Cuando en ese entonces se impulsó la privatización se levantaron oleadas de protesta arguyendo “la defensa de los pobres”. Hoy el acceso masivo de las mayorías a los teléfonos y la luz, con mejores tarifas, nos demuestra que la privatización del agua es el camino para atender a los excluidos de este servicio.
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