La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Hoy se celebra “El encuentro de Dos Mundos”, “El Día de la Raza” o “La Conquista del Nuevo Mundo” –como se pretenda llamar a la efemérides–, en alusión al descubrimiento de las Américas el 12 de octubre de 1492 por parte de Cristóbal Colón. De la valoración de esta fecha, al parecer, nacen todos los equívocos y yerros que acumulan el Perú y la América hispana en sus intenciones de construir los sistemas republicanos y alcanzar el desarrollo.
Y, de alguna manera, todo esto tiene que ver con la construcción de narrativas y leyendas negras sobre el papel del Imperio español en las Américas. La leyenda negra que, en un primer momento, alentaron los imperios rivales de la corona española nos señala que los conquistadores solo desataron explotación, muerte y destrucción en la cultura de los vencidos. Más tarde la tradición marxista perfeccionó la leyenda negra para llegar a denunciar cinco siglos de explotación occidental (tres del virreinato y dos del sistema republicano) y terminar proponiendo una república plurinacional en base a supuestos pueblos originarios que solo existen en los ensayos de neomarxistas y posmodernos.
En el Perú, uno de los mayores exponentes de la leyenda negra y del predominio de la influencia marxista fue el historiador Alberto Flores Galindo, quien en su trabajo Buscando un inca sostiene que el mundo andino estaría buscando el regreso del Inca, lo que se manifiesta en una serie de mitos. Más tarde, esta aproximación ideológica se fraguaría en el mito del pueblo originario que desarrolló el intelectual bolivariano Álvaro García Linera.
Sin embargo, los trabajos de los nuevos historiadores –incluso los de izquierda, más apegados a los documentos y los hechos, y menos ideologizados– han terminado erosionado esta mitología. Por ejemplo, hoy sabemos que cuando los conquistadores llegaron, en el Perú se hablaba decenas de lenguas y dialécticos. En este contexto, los sacerdotes españoles, que vinieron al nuevo mundo con el objetivo de evangelizar al indígena, redactaron la gramática del quechua –varios años antes que la del inglés– con el objeto de crear una lengua franca que permitiera predicar los evangelios entre los indígenas.
Asimismo, hoy sabemos que el virrey Francisco de Toledo reorganizó los ayllus en base al modelo de la comunidad campesina de Castilla. Igualmente, José María Arguedas, en diversos trabajos, señaló que las polleras de las mujeres andinas, los chalecos de los varones y los colores y brillos de las vestimentas andinas eran copias fieles de las tradiciones españolas. La vieja España, pues, reverberaba en los Andes.
Y, por si fuese poco, en las batallas de Ayacucho y Junín, el 80% del ejército realista provenía de las comunidades indígenas. Allí destaca Navala Huachaca, un general realista iquichano.
Algo más. Al momento de la Independencia alrededor del 80% de las tierras del Perú le pertenecían a las comunidades campesinas. Unas décadas después, el sistema republicano había despojado de casi todas sus tierras a los comuneros y había surgido el terrateniente abusador que denuncia Ciro Alegría en Los perros hambrientos.
El mundo indígena, pues, es la síntesis del mestizaje de las culturas originarias con la influencia hispana. Las sociedades indígenas prosperaron bajo la protección del rey español y fueron arrinconadas por la independencia de los criollos. De allí que el sur del Perú solo reconociera la independencia algunas décadas después de producida.
En síntesis, en los Andes no se buscaba un Inca como sostuvo el historiador marxista Flores Galindo, sino que se llamaba al rey español. Si nos parece algo difícil de creer es porque la leyenda negra se apropió de todos los sentidos comunes.
La república representó el triunfo de los criollos y el despojo de las tierras indígenas, pero las migraciones del siglo XX, las reformas económicas de los noventa y la Constitución de 1993 desataron una revolución capitalista en las ciudades que derribó todas las exclusiones y murallas contra el mundo indígena.
Hoy el tradicional racismo republicano se bate en retirada ante la emergencia popular mestiza y andina, que disuelve las murallas y exclusiones entre las sociedades andinas y criollas. Hasta los viejos y poderosos latifundios de la costa ahora son conducidos por corporaciones modernas cuyos propietarios son de origen andino. Los exclusivos barrios del sur limeño son colonizados por los emergentes y las nuevas clases medias mestizas. En el Perú todo el poder y toda la sociedad se viste de todos los colores y desprende todos los humores.
Como se aprecia hay mucho que celebrar frente al encuentro de los dos mundos del 12 de octubre. El Perú y la región son una prolongación morena de Occidente, con una lengua española que conquista el planeta, con la herencia cristiana que fomenta la inclusión y la tolerancia. Únicamente nos faltaría la revolución industrial capitalista para ser una sociedad desarrollada, republicana y abierta. ¿O no? Feliz 12 de octubre, pues.
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