Editorial Política

¡Dios mío! ¿Por qué no hay una condena unánime al terror senderista?

Eufemismos para calificar masacre senderista de 18 compatriotas

¡Dios mío! ¿Por qué no hay una condena unánime al terror senderista?
  • 25 de mayo del 2021

Se ha confirmado la masacre de 18 peruanos de parte de Sendero Luminoso en la zona de Vizcatán, en el Valle de los ríos Ene, Apurímac y Mantaro (VRAEM), en medio de una intensa campaña electoral. Sin embargo, no se ha producido una condena unánime a este terrible acontecimiento. 

En una sociedad de mediana salud política y social, lo menos que se hubiese producido es una reacción nacional incuestionable, sin distinción de ideologías, políticas y menos de opciones electorales. Lo natural habría sido que la campaña electoral se repletase de propuestas sobre cómo enfrentar esta barbarie. Finalmente, las elecciones y el cambio de gobierno se desarrollan alrededor de opciones de políticas públicas, y no hay política pública más sagrada que la defensa de la vida y la construcción de un sistema de seguridad nacional para preservar las libertades.

Sin embargo, en el Perú un sector de la sociedad se pronunció evitando calificar de terrorismo el acto bárbaro de asesinar a 18 peruanos desarmados –entre ellos dos niños– y luego quemar los cadáveres para incrementar la sensación de terror. Ese mismo sector llamó “a no utilizar política y electoralmente” la masacre senderista por un supuesto respeto a las víctimas. De esta posición incluso participó la mesa directiva del Congreso.

Sin embargo, ¿cómo un candidato o un sector político puede utilizar electoralmente el acontecimiento? La única manera de hacerlo sería si el otro sector pretende justificar, encubrir o respaldar el terror que asesina a 18 peruanos. Si eso fuese así, entonces ya no se trata de utilizar políticamente sino de la urgencia nacional, histórica, de denunciar el intento de un sector del país de encubrir, velar, o minimizar la barbarie cometida por el terror.

Es una necesidad nacional e histórica, entonces, que en la campaña electoral se amplifique y se denuncie la barbarie terrorista, porque en la posibilidad de elegir un jefe de Estado que enfrente esta amenaza al sistema republicano, a la vigencia de la Constitución, las leyes y la vida, se juega el futuro de la peruanidad. Aquel sector que pretenda rebajar la gravedad del acontecimiento está cometiendo una forma de traición a la patria.

Las columnas de Sendero Luminoso en el VRAEM han retornado a la lógica de masacrar a poblaciones –tal como sucedía en los años ochenta– porque necesitan enviar un mensaje a las poblaciones y a los candidatos de la segunda ronda electoral: notifican que cualquier intento de recuperar la autoridad del Estado en el VRAEM solo desencadenará sangre y terror. Y de otro lado, están informando a las poblaciones del mencionado valle que cualquier desobediencia a las orientaciones de Sendero Luminoso se pagará con sangre y con muerte, incluso de los niños.

Al respecto vale recordar que en los años ochenta Sendero Luminoso controlaba más de 200 localidades en el VRAEM en base al terror y la lógica de tierra arrasada de las poblaciones. En ese entonces, al igual que ahora, lograron convertir al mencionado valle en una zona liberada, en donde el Estado estaba ausente y en donde no se aplicaba la Constitución ni las leyes nacionales, y las instituciones de la República no estaban vigentes.

El actual Sendero Luminoso en el VRAEM ha vuelto a la masacre de ciudadanos porque pretende mantener el valle como una zona liberada para desarrollar a plenitud la industria del narcotráfico. Finalmente, el VRAEM es una de las principales zonas del negocio de la droga mundial. En este contexto, es incuestionable que cualquier nuevo gobierno deberá afrontar directa y frontalmente el problema.

Si los sectores que se llenan de eufemismos para calificar la barbarie de asesinar a 18 peruanos hoy pueden prosperar, es porque en el país la reciente memoria histórica ha sido reescrita con criterios ideológicos y sectarios. Y estos relatos sobre el proceso de pacificación, sorprendentemente, han colocado en el mismo nivel el accionar patriótico y pacificador de nuestras Fuerzas Armadas, Policía Nacional y comités de autodefensa, con la barbarie y el genocidio que desató el terrorismo senderista en los Andes peruanos. 

Cuando la memoria demoniza a los verdaderos héroes de la vida y la paz (al margen de cualquier exceso) y relativiza la maldad de los asesinos y terroristas, llegamos a este terrible momento en que agoniza el sistema republicano.

  • 25 de mayo del 2021

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