¡Después de la censura, cumbre entre PPK y Keiko!

Cardenal Cipriani ofrece su casa para reunión de ambos líderes

Ayer se censuró al ministro de Educación, Jaime Saavedra y el fujimorismo ejerció todas las prerrogativas que la Constitución establece para ejercer el control político del Legislativo. Y, de una u otra manera, también quedó absolutamente claro que no existe poder alguno —ni de los medios de comunicación, ni el de las marchas organizadas contra el Legislativo por colectivos antifujimoristas, ni las posiciones de algunos integrantes del oficialismo— que pueda desarrollar un veto a que la mayoría legislativa ejerza su condición de tal. El fujimorismo dejó en claro que es mayoría y que lidera la oposición por mandato del sufragio.

Pero así como el fujimorismo ratificó su condición de mayoría y oposición es hora de demostrar que, en democracia, liderar la oposición de ninguna manera significa abandonar las responsabilidades de la gobernabilidad. En otras palabras, es la hora de los acercamientos y los diálogos, es la hora en que el Presidente de la República y Keiko Fujimori, la lideresa de la oposición por mandato de las urnas, se sienten a conversar. Y es la hora porque el virtual choque de poderes que los peruanos hemos contemplado nos demuestra que otorgar confianza al Gabinete, delegar facultades legislativas y aprobar armoniosamente el presupuesto, no es suficiente para garantizar la gobernabilidad.

En este contexto, el Cardenal Juan Luis Cipriani acaba de ofrecer su residencia para desarrollar una cumbre entre PPK y Keiko Fujimori, una clara muestra de que todos los sectores de la sociedad apuntan a la convergencia. ¿Cómo podemos resistirnos a los diversos llamados a favor de un entendimiento?

A la primera situación real de crisis, a propósito de la interpelación, nadie levantó un teléfono rojo para buscar una salida política y, de pronto, el jefe de Estado cometió el peor yerro desde que asumiera el poder, planteando la posibilidad de una cuestión de confianza para el Gabinete. El fujimorismo sintió que el Ejecutivo asumía la estrategia de veto y se organizó la censura. Todo esto demuestra que la gobernabilidad no se alcanzará si no se produce una cumbre entre PPK y Keiko.

El problema es uno solo: un Ejecutivo que representa a la tercera bancada del Legislativo solo puede gobernar si alcanza un acuerdo con la mayoría legislativa del Congreso, según la Constitución y el mandato de las urnas. Y no es que haya mucho tiempo para iniciar este proceso. La administración PPK probablemente sea una de las más frágiles de la reciente historia; no solo por los acontecimientos de la segunda vuelta, sino también por el particular estilo presidencial de delegarlo casi todo. En este contexto, sectores antidemocráticos del antifujimorismo radical, abiertamente golpistas, han comenzado a tener cierto predicamento en el oficialismo, creando historias y paranoias delirantes.

¿De quién es la responsabilidad si un gobierno democrático naufraga? Evidentemente de los propios integrantes del Ejecutivo que yerra; pero también de la mayoría absoluta del Legislativo, según el mandato de la Carta Política y el resultado de las últimas elecciones. Desde este portal hemos discrepado abiertamente con el antifujimorismo radical y antidemocrático que promueve la disolución del Congreso y la exclusión de un tercio o la mitad de los peruanos del sistema político. Y nuestra discrepancia ha sido frontal y a veces solitaria en medio de una uniformidad mediática pocas veces vista. Desde esta posición hemos invocado al gobierno a distanciarse de ese sector abiertamente antidemocrático.

Hoy también nos toca invocar al fujimorismo y a su lideresa Keiko Fujimori a abandonar los balances y los silencios para desarrollar una cumbre con PPK, tal como ya debería haber sucedido en cualquier democracia relativamente sana. El ofrecimiento del Cardenal Cipriani es quizá el mejor espacio para que ambos líderes terminen con una etapa absurda de desencuentros en nuestra democracia, que avanza hacia su quinta elección nacional ininterrumpida.