Editorial Política

Despedida sin definiciones y convocatoria al Pacto Perú

Mensaje del Jefe de Estado en una de las peores crisis de la República

Despedida sin definiciones y convocatoria al Pacto Perú
  • 28 de julio del 2020

Quizá uno de los principales objetivos del mensaje del presidente Vizcarra fue dejar en claro que no existía razón alguna para las suspicacias con respecto a una posible permanencia en el poder o a presentar una eventual candidatura, tal como lo sostenían algunas teorías conspirativas. De allí que culminara su discurso convocando a la unidad nacional, a la gestación del “Pacto Perú” con la participación de todas las fuerzas políticas, sin exclusiones. 

Al margen de los temas planteados para el posible pacto (reformas de los sistemas de salud, de educación, inversiones, reformas del sistema político y de justicia, y lucha contra la pobreza), y al margen también de cualquier intención, la convocatoria del jefe de Estado a la unidad nacional convierte el último mensaje a la nación del Presidente en radicalmente diferente a los dos previos, que alentaron la guerra política y la confrontación (convocatoria al referendo que culminó en el cierre del Congreso).

La decisión de convocar al diálogo, pues, abre un la posibilidad de construir un momento político diferente de cara a las elecciones del 2021, la lucha contra la pandemia y la alta letalidad, y la recesión que ha destruido cerca del 30% del PBI entre marzo y mayo, según cifras oficiales. En cualquier caso, el presidente Vizcarra solo echa mano del sentido común para enfrentar uno de los peores desastres de la República. Sobre todo cuando en el último año del periodo presidencial el Congreso se convierte en la asamblea que concentra el poder (el Ejecutivo ya no puede disolver el Legislativo). El mensaje presidencial deja, pues, un espacio para el optimismo.

Sin embargo, con respecto a la pandemia, más allá de la relativa decisión de transparentar las cifras (hoy se reconoce más de 25,000 muertos del Covid) no existe novedad alguna: como si el Estado se hubiese resignado al curso natural del virus hasta que llegue la vacuna. La posibilidad de un nuevo confinamiento generalizado y ciego, al parecer, queda descartada por los efectos devastadores en la economía. No obstante, faltó convocar a la sociedad, a los empresarios que se fajan en sus regiones, a las iglesias y a los gobiernos subnacionales para desarrollar la llamada estrategia comunitaria, que busca aislar el virus en las comunidades, organizando a la sociedad con criterios sanitarios (tapabocas, lavado de manos y distancia social), estableciendo confinamientos focalizados y tratamientos antivirales en los sistemas primarios de salud.

El mensaje presidencial también nos deja una sensación parecida en cuanto a la lucha contra la recesión y la reactivación económica. Más allá de los anuncios acerca de que las etapas 3 y 4 de la Línea del Metro de Lima se concesionarán de Estado a Estado, y que se destrabará el proyecto Chavimochic III, no existe una clara voluntad presidencial de convocar al empresariado nacional, de movilizar la inversión privada, como el motor principal del crecimiento y la reducción de pobreza. Todos sabemos que no existe otra manera de acabar con la pobreza.

Si consideramos que en el 2020 se contraerá cerca del 15% del PBI, que se perderán más de tres millones de empleos y que alrededor del 30% de la población caerá debajo de la línea de la pobreza, el mensaje presidencial peca de indolencia. Si el Perú tiene una cartera de inversiones mineras de US$ 62,000 millones, si la ejecución de entre seis y ocho proyectos mineros podría representar un crecimiento de la economía de dos dígitos y la reducción de pobreza a cerca del 10% de la población, ¿cómo es posible guardar silencio frente a una de las herramientas fundamentales para solucionar parte de nuestros problemas? Nadie lo entiende. 

Algo parecido sucede con la agroexportación, que suma envíos al exterior por más de US$ 7,000 millones. En el caso de la educación, por ejemplo, hizo varios anuncios, pero guardó silencio frente a la propuesta de Pedro Cateriano, actual presidente del Consejo de Ministros, acerca de otorgar créditos estudiantiles a las familias quebradas por la crisis, que no pueden pagar pensiones educativas. No es cualquier silencio: tiene que ver con si se persiste o no con la política del Gabinete Zevallos, que buscaba ahogar el sistema privado educativo, que atiende un tercio de la matrícula en la educación básica y dos tercios en la superior.

En síntesis un discurso de despedida que ratifica la conocida distancia de la administración Vizcarra del sector privado en momentos que la pandemia y la recesión obligan a convocatorias dramáticas al empresariado, las Fuerzas Armadas y las iglesias. Ojalá que el Gabinete Cateriano subsane los silencios y distancias.

  • 28 de julio del 2020

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