Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
Las declaraciones del presidente Castillo solicitando una ley para nacionalizar el gas simplemente han arruinado el crecimiento del 2022, y es incuestionable que terminarán por destruir tres décadas de crecimiento y de proceso de reducción de pobreza. La caída de la Bolsa, la nueva trepada del dólar y el incremento de los precios de la canasta básica, son los efectos inmediatos.
Hoy, por ejemplo, es evidente para los inversionistas y la mayoría de peruanos, el juego perverso entre el ex presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, quien planteó nacionalizar el gas y la réplica del presidente Castillo proponiendo “renegociar los contratos de acuerdo a la Constitución”, solo era una puesta en escena en que se jugaba al izquierdista radical y al moderado.
De otro lado, el haber planteado semejante propuesta en momentos en que la presidente del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, morigeraba el mensaje en el Congreso con el objeto de conseguir el voto de confianza, igualmente revela que el presidente Castillo participa de la estrategia de provocar al Congreso. El motivo de este eventual objetivo: forzar dos negativas de confianza para cerrar el Congreso e instalar una constituyente.
La confianza política de la sociedad, de los ciudadanos, de los mercados y de la inversión privada en el Gobierno, ha sido herida de gravedad. El jefe de Estado entonces carece de credibilidad. Únicamente hay una manera de superar los efectos destructivos del último acto presidencial: que el propio Presidente anuncie que el Ejecutivo descarta la asamblea constituyente. No hay otra.
Un anuncio de ese tipo restablecería la paz social y la confianza de los ciudadanos, las empresas y los inversionistas. De otro lado, obligaría al Ejecutivo a focalizarse en los temas de gobernabilidad: crecimiento, reducción de pobreza y política sanitaria.
Ante los anuncios de la asamblea constituyente, la nacionalización del gas, la segunda reforma agraria con exclusión de los agroexportadores, la propuesta de industrializar la hoja de coca (y la reiteración en la estatización del gas), diversos economistas proyectan que la inversión privada puede caer hasta en un 20% en el 2022. Una situación de ese tipo representará una devastación para la lucha contra la pobreza, considerando que el sector privado representa el 80% del total de lo invertido en el país.
En un contexto de este tipo, el nombramiento de Julio Velarde en la presidencia del BCR o los intentos del ministro Pedro Francke de morigerar las cosas y enviar señales positivas comienzan a formar parte de las suspicacias generales de la oposición acerca de que el Ejecutivo solo pretende ganar tiempo para avanzar en su estrategia de cerrar el Congreso e instalar una asamblea constituyente.
Con semejante caída de la inversión privada, el Perú crecerá de manera vegetativa, sin posibilidades de reducir pobreza. Y si no se reduce este flagelo, en el acto, se aumenta. Ya lo hemos dicho hasta la saciedad. Un punto de crecimiento del PBI genera 90,000 empleos y cada año se incorporan 270,000 jóvenes a la economía. Por lo tanto, se necesita crecer por encima del 3% anualmente para absorber la nueva demanda de puestos de trabajo y evitar que la pobreza aumente. ¿Cómo se va a lograr semejante objetivo con semejante caída de la inversión privada? Imposible.
El Gobierno de Pedro Castillo entonces comienza convertirse en uno de los peores gobiernos de nuestra historia republicana. En apenas tres meses de gestión ha interrumpido tres décadas de crecimiento y de un proceso de reducción de pobreza que causaba la admiración del planeta.
Es hora de empezar a hablar con claridad: si los efectos destructivos de la administración Castillo avanzan es porque la mayoría de peruanos lo permite. Es hora de reaccionar para defender la Constitución, las libertades y tres décadas de expansión económica.
COMENTARIOS