La comisión de Constitución del Congreso de la R...
A estas alturas es evidente que la mayoría de la sociedad y una mayoría legislativa en el Congreso, al menos por el momento, ha frenado el principal objetivo de la administración de Pedro Castillo: la convocatoria de una asamblea constituyente. Allí reside una de las grandes diferencias, por ejemplo, entre Perú y Chile, ambos con gobiernos de orientación comunista y progresista.
En Chile la incertidumbre política e institucional adquiere niveles superlativos con las discusiones de la Convención Constituyente que, en la práctica, empiezan a proponer un sistema soviético como régimen político y económico. En ese escenario, en el país del sur todo se ha detenido. En el Perú la resistencia nacional a la constituyente explica que el Banco Central de Reserva y la institucionalidad económica de las últimas dos décadas –incluido ahora el Ministerio de Economía y Finanzas– se mantengan, pese a los esfuerzos destructivos del Ejecutivo.
Finalmente, las decisiones ideologizadas e irresponsables en el manejo económico, en el acto, multiplican la fuga de capitales –que ya sobrepasó los US$ 15,000 millones– y convierten al dólar en un protagonista capaz de jaquear al Gobierno. La resistencia nacional a la constituyente, entonces, también ha preservado parte de la institucionalidad económica.
Todos estos hechos, sin embargo, no ocultan el frenazo económico que han causado los anuncios de Castillo sobre la constituyente, la nacionalización del gas y los recursos naturales, la reforma agraria sin agroexportaciones y la frustrada reforma tributaria, que pretende elevar la carga tributaria de ciudadanos y empresas. Salvar al Perú de la constituyente, sin embargo, no evita que los inversionistas y los mercados reaccionen frente a un gobierno dirigido por la ortodoxia comunista.
Para resumir las cosas: en el Perú hay un Ejecutivo colectivista, vinculado al Foro de Sao Paulo; pero el sistema institucional sigue rigiéndose por la Constitución y los principios republicanos.
Por todas estas consideraciones la resistencia nacional a la constituyente y al colectivismo también debe expresarse en reformas fundamentales que afirmen los principios republicanos. Por ejemplo, en términos institucionales el Congreso debería aprobar leyes claras que preserven la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú (PNP). Por todos es conocido que los proyectos chavistas en la región apuntan a instrumentalizar a los institutos castrenses y policiales, mientras avanzan en la construcción de una mayoría a favor de la constituyente. Semejante control les permite quebrar la institucionalidad en una determinada situación.
Por otro lado, la institucionalidad económica igualmente debe ser reforzada. Por ejemplo, durante la gestión de Pedro Francke en el MEF, la extrema ideologización causó justificados temores con respecto a la renovación del Consejo Fiscal, desde donde se lanzaron durísimas críticas contra los decretos de urgencia como sistema de créditos suplementarios en el presupuesto. El Congreso entonces debe aprobar una norma que establezca que el Consejo Fiscal es una entidad del Estado, con personas seleccionadas públicamente, y al margen de las coyunturas gubernamentales.
Para relanzar la economía y enviar señales acerca de que el sistema republicano sigue funcionando en el Perú, pese al Ejecutivo colectivista, se necesitan decisiones audaces. Por ejemplo, durante la administración Sagasti, las corrientes comunistas y progresistas derogaron la Ley de Promoción Agraria (Ley 27360, una de las mejores leyes económicas de las últimos años) que, en dos décadas, posibilitó inversiones de más de US$ 20,000 millones, el incremento de las agroexportaciones de 850 millones a más de US$ 7,500 millones y la contratación de más de 1.5 millones de trabajadores formales.
La ley del milagro agroexportador fue derogada sin mayores argumentos. Por estas consideraciones, el Congreso debería restablecer la vigencia de esta norma y aprobar su condición de ley permanente y general para el sector agrario.
La resistencia en contra de la constituyente no es un camino lineal y fácil. Es difícil y requiere creatividad, y producir una reforma cultural que inocule a la sociedad contra el comunismo.
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