Editorial Política

De la peor polarización, a los posibles entendimientos

La crisis de gobernabilidad en el Perú

De la peor polarización, a los posibles entendimientos
  • 02 de enero del 2018

 

El año 2017 se recordará como el año de una polarización inimaginable, sobre todo porque en las elecciones nacionales del 2016 pasaron a la segunda vuelta dos opciones promercado. Inimaginable porque nadie avizoró que el choque Ejecutivo versus Legislativo terminaría con la censura de un ministro, el derribo del Gabinete que encabezaba Fernando Zavala y un proceso de vacancia que no prosperó. El relato antifujimorista señala que todos los infiernos provienen del fujimorismo. En este portal, muy por el contrario, consideramos que las responsabilidades son compartidas a ambos lados de la orilla.

Para agravar los males se concedió el indulto humanitario al ex presidente Fujimori; a todas luces, como un acto desesperado del propio Kuczynski para mantenerse en el poder. En vez de usar el indulto como un arma de gobernabilidad, durante el Gabinete Zavala se amagó una y otra vez con la señalada gracia presidencial para intentar dividir a Fuerza Popular. Finalmente, el presidente Kuczynski se debilitó a tal extremo —en medio del escándalo Lava Jato— que el indulto fue concedido, causando la irritación general del bloque antifujimorista.

Sin embargo el Perú no tenía otra salida, a menos que se aceptara el aterrador escenario de un adelanto general de elecciones. En este contexto, más allá los yerros del indulto presidencial, la concesión de la gracia del jefe de Estado tiene la virtud de poner en agenda otra disyuntiva superior: la guerra o la paz, la continuidad de quince años de polaridad entre antifujimoristas y fujimoristas, o la posibilidad de apostar por entendimientos entre Ejecutivo y Legislativo.

No se puede negar que un sector del país seguirá protestando. Sin embargo, en la medida que las posibilidades de reconciliación nacional se ensanchen y que sectores como el Movadef de Sendero Luminoso y los movimientos radicales antisistema se apoderen de las revueltas callejeras, la mayoría del país naturalmente, se distanciará del lenguaje de las turbas que algunos pretenden imponer.

No obstante luego del indulto presidencial, si la administración PPK pretende entregar el poder en el 2021, inevitablemente tiene que transformarse radicalmente: un shock de gobernabilidad significa, por ejemplo, trasladar más de medio Gobierno a las tareas de la reconstrucción del norte, con objeto de recuperar el tiempo perdido y evitar que las próximas lluvias y las elecciones regionales conviertan los retrasos en una irritación general. Algo parecido tiene que hacer con todos aquellos sectores con los que no se ha entendido, desde la formalización de los mineros artesanales hasta las comunidades del sur, que suelen ser manipuladas por los antimineros.

Al lado de este shock de gobernabilidad, el Ejecutivo necesita organizar un Gabinete de ancha base. El indulto presidencial ha hecho estallar la alianza del Ejecutivo con el bloque antifujimorista. Necesita, pues, convocar a los partidos y personalidades democráticas más diversos a gobernar el país.

En el caso de la oposición, nadie le puede pedir a Fuerza Popular que arríe las banderas de la lucha contra la corrupción y anule su perfil opositor. Pero sí se le puede pedir que no participe —desde el Congreso— del proceso de judicialización de la política, tal como lo hace la izquierda caviar y un sector de fiscales en contra del fujimorismo. Pero, sobre todo, ahora se le debe exigir al fujimorismo que sea consecuente con su historia con respecto a las reformas económicas del Perú.

Los sectores que terminarán marchando contra el indulto son los mismos que se oponen, por ejemplo, a flexibilizar la legislación laboral del Perú. Si es evidente que estos grupos no podrán revertir la concesión del indulto —ni siquiera con las cortes internacionales de justicia que controlan como oficinas partidarias—, ¿por qué entonces pueden seguir vetando la reforma laboral que el país necesita con urgencia para recuperar competitividad y formalizar el empleo?

Si luego de dos años de defenderse, de sobrerreaccionar políticamente y de empezar la demolición de un establishment que vetaba su participación en democracia y que lo arrinconó en la esquina de la pura oposición, Fuerza Popular decide emprender el camino de las reformas, de una u otra manera, el Perú elevará sus niveles de gobernabilidad. En modo de reformas, el fujimorismo se reconciliará con las clases medias urbanas y la centro derecha en general y las posibilidades hacia el 2021 se agrandarán. En todo caso, luego del indulto la gobernabilidad es un rompecabezas para armar.

 

  • 02 de enero del 2018

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