Editorial Política

¡Convergencia nacional para superar la destrucción Castillo!

Pero también para superar “la república progresista” que fraguó el desastre

¡Convergencia nacional para superar la destrucción Castillo!
  • 13 de abril del 2022

Ante el proceso de destrucción nacional que perpetra el Gobierno de Pedro Castillo sobre la economía, la sociedad y el Estado que todos los peruanos hemos construido en las últimas tres décadas, diversos sectores del país –algunos de ellos promotores de una de las guerras políticas e institucionales más feroces y cruentas de América Latina– comienzan a plantear la urgencia de un entendimiento nacional para superar la crisis.

Es necesario saludar este viraje de los sectores que alentaron una guerra política sin cuartel en las últimas dos décadas, más allá de que la reflexión y la ponderación surjan sobre los escombros de una república que cualquier peruano de buena voluntad estaba obligado a preservar. 

Quienes defendieron los acuerdos y los entendimientos como una manera de construir una nueva política –que habría permitido el surgimiento de nuevas derechas, izquierdas y centros–, queda claro, estaban más cerca de la verdad. La política siempre se creó para evitar que los adversarios hicieran la guerra. El nuevo fracaso republicano lo confirma.

El gran problema de los entendimientos y acuerdos en el Perú es que no existen liderazgos ni movimientos que forjen y construyan ese entendimiento. De alguna manera la crisis que crea el Gobierno de Castillo –que frena tres décadas de crecimiento, de proceso de reducción de pobreza y de expansión de clases medias–, que pulveriza el Estado e implosiona a las instituciones, también se expresa en la ausencia de liderazgo y clase política.

Sin embargo, los peruanos de buena voluntad, que pretendemos salvar incluso la propia idea de Perú, tenemos que ser capaces de empinarnos sobre estas miserias, olvidar agravios pasados, cerrar heridas y lanzarnos a construir una comunidad política que nos permita superar la amenaza comunista y la destrucción nacional que desata la administración de Pedro Castillo. Sobre esta base proponemos algunas ideas fuerza para organizar la transición política que se debió materializar dos décadas atrás.

En primer lugar, planteamos convertir a la Constitución de 1993 y los tratados internacionales que ha firmado el Perú en el punto de partida de esta gran convergencia nacional. En segundo lugar, sugerimos construir una comunidad política sin exclusiones ni demonizaciones. La construcción republicana en el Perú viene fracasando por el jacobinismo que ha impuesto la lógica de la guerra en la política. La política peruana sigue reproduciendo la cancelación del adversario que practicaban los generales y coroneles vencedores de las guerras de independencia. Por ejemplo, la democracia peruana fracasó en el siglo XX por el veto en contra del Apra y  Víctor Raúl Haya de la Torre. Superemos esa constante guerra y eliminación del rival, que nos ha llevado al triunfo electoral de Pedro Castillo.

Igualmente, proponemos un tercer lineamiento para esta gran convergencia. En el Perú no existen relatos ni visiones ideológicas oficiales: ni el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, ni las ideologías de género, por ejemplo, son las posiciones oficiales de la nueva comunidad política que debe emerger en el Perú. Estos criterios deberían expresar el punto de vista de un sector del país y formar parte de los grandes debates nacionales que toda experiencia republicana debe procesar.

Sobre estos cimientos la convergencia nacional debería avanzar a convocar a elecciones generales en el plazo de un año, con determinadas reformas institucionales imprescindibles: la creación del Senado y la eliminación de la prohibición de reelegir a los congresistas. 

Sobre esta base el proceso de transición también debería considerar la conformación de un gabinete de unidad nacional, integrado por todos los sectores políticos, sin exclusiones.

Todos estos lineamientos y acuerdos no excluirán, por supuesto, las diferencias y las disputas. Sin embargo, se tratarán de los desencuentros naturales de cualquier comunidad política que comparte una visión general.

El Perú entonces necesita la unidad nacional para enfrentar una amenaza que lo destruye todo y asemeja a una guerra de invasión externa. Necesita esa unidad para procesar la siempre postergada transición política; una transición que, de haberse producido, hoy nos habría llevado al umbral del desarrollo.

  • 13 de abril del 2022

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