Las bancadas de la centro derecha –entre ellas Fuerza Po...
El papel autodestructivo de la guerra Ejecutivo- Legislativo
Luego de la buena actuación del Ejecutivo durante la pasada emergencia nacional que le permitió al oficialismo —en medio de una caída libre de popularidad— desarrollar una segunda luna de miel con la población, sorprendentemente hoy el gobierno aparece a la defensiva ante las interpelaciones que la mayoría legislativa impulsa en contra de Martín Vizcarra, vicepresidente y ministro de Transporte, y el titular de Interior, Carlos Basombrío.
Pero no solo se trata de la situación política. El panorama económico sigue complicándose con las noticias que se acumulan por el caso Lava Jato y los efectos del fenómeno de El Niño costero. De alguna manera todos sabemos que el 2017 el Perú crecerá menos de 3%, que enfrentamos el riesgo de volver a ser una sociedad que aumenta pobreza, que la inversión pública y privada siguen descendiendo, que las inversiones en infraestructura mediante asociaciones público privadas y obras por impuestos no despegan, y que las inversiones mineras postergadas siguen durmiendo el sueño de los justos.
Si le agregamos algunas dosis de realismo es evidente que el 2017 puede ser un año terrible no solo para el presente, sino también para el futuro. Cualquier gobierno con malos resultados económicos, tarde o temprano, contemplará cómo se merma su popularidad y cómo se esfuman las posibilidades de colaboración con la oposición. Y es lo que puede suceder con el oficialismo.
Cada uno puede tener su propia interpretación de las cosas, pero es evidente que el pepekausismo también ha puesto de su parte para organizar el escenario político polarizado que hoy contemplamos. En el preciso momento en que el Perú podía enrumbarse a un clima de convergencia, con la aprobación de la Ley de Reconstrucción con Cambios, el gobierno apostó innecesariamente a la confrontación con el manoseo del tema del indulto del ex presidente Fujimori.
Como todos ya sabemos, semejante escenario no solo deteriora la política, sino también la economía. Es imposible que los mercados despeguen y la inversión privada vuelva a retomar la senda de crecimiento en medio de este encrespamiento político. Algo gravísimo, considerando que la inversión privada representa el 80% del total invertido en el país, y sin la cual no se puede hablar de crecimiento sostenido en el mediano plazo.
En este contexto al gobierno solo le resta un camino: convocar a una convergencia nacional con la mayoría legislativa para buscar entendimientos mínimos que le permitan al Perú relanzar el crecimiento mediante el desarrollo de reformas de segunda generación y conseguir el respaldo político necesario para organizar la gobernabilidad.
En este portal hemos sostenido que el presidente de la República, en su calidad del líder del pepekausismo, debería convocar a Keiko Fujimori, en su condición lideresa de la oposición, a una reunión cumbre en la que se aborde el tema de la gobernabilidad y se organicen los espacios de la colaboración, sin necesidad de que oficialismo y oposición diluyan sus respectivos papeles en el escenario político.
Persistir en la confrontación es continuar en el camino de la autodestrucción de las bases de la sociedad abierta que estamos construyendo. ¿Por qué? La polarización no permite relanzar el crecimiento y retomar tasas altas de expansión económica para seguir reduciendo pobreza como antes. En otras palabras, el enfrentamiento político también es un factor que nos acerca a la recesión.
En un escenario económico y social de ese tipo se generan todas las condiciones propicias para el resurgimiento y viabilidad de las propuestas antisistema que han estado muy cerca del poder en las elecciones del 2006, del 2011 y del 2016. Si las cosas avanzan por ese camino, el Perú se convertirá en una sociedad más que cayó en la temida trampa de ingresos medios, que ralentiza el crecimiento y desata las fuerzas del pasado y de la involución, que terminan con las libertades políticas y económicas.
COMENTARIOS