La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Luego de que el Congreso aceptara iniciar un nuevo proceso de vacancia por más de 72 votos y después de que, igualmente, se empezara a tramitar una acusación constitucional contra el jefe de Estado “por traición a la patria”, el presidente Castillo se presentó sin sombrero a leer un mensaje a los legisladores. De pronto, las imágenes parecían confundirse: la lectura del texto parecía un mensaje de Fiestas Patrias; sin embargo, el jefe de Estado solamente pretendía bajar la ola levantada a favor del proceso de vacancia.
Analizando el mensaje como tal, solo cabe decir que se trata de una suma de generalidades que no podrán cambiar el curso de las cosas, ya sea a favor o en contra del Jefe de Estado. Vale destacar que, por primera vez, Castillo parecía llamar a la unidad nacional, a un entendimiento entre el Congreso y el Ejecutivo no obstante que –en menos de seis meses– designó cuatro gabinetes que declararon la guerra al Congreso.
De otro lado, en el discurso del presidente Castillo, como siempre, hubo los perpetuos ausentes de su gobierno: la inversión privada, el crecimiento, la reducción de pobreza y ni una sola mención a la ley de la selva que se ha impuesto en el corredor minero del sur, por la renuncia del Ejecutivo a decretar el estado de emergencia en el área para recuperar el imperio de la Constitución y las leyes. Ni una sola mención a la manera cómo las minorías radicales están paralizando el 20% de la producción de cobre nacional (Las Bambas y Cuajone) cuando el precio del metal rojo alcanza niveles históricos y sobrepasa los US$ 4.50 por libra.
La mayoría de partidos opositores interpretó la mano extendida de Castillo al diálogo y al entendimiento como el clásico gambito de la escuela comunista, que se utiliza para ganar tiempo a la espera del momento favorable. De lo contrario no se puede entender cómo el Ministerio de Trabajo y el Empleo (MTPE) ha lanzado una feroz ofensiva para colectivizar las relaciones laborales con objeto de acabar con las empresas formales y promover la quiebra de gran parte del sector privado. Allí está el decreto que deroga la tercerización y amenaza más de 100,000 empleos formales, allí está la demagógica propuesta de aumentar la remuneración vital como si la riqueza proviniera de los decretos de la burocracia, o la terciana ideológica de pretender convertir el mundo laboral peruano en un territorio de sindicatos y federaciones, a través de la llamada “Agenda 19” del ex ministro Iver Maraví.
El intento de colectivizar las relaciones laborales se estrella frontalmente con la gestión de Carlos Graham al frente del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), que busca recuperar el manejo responsable en la economía y la predictibilidad en los mercados. En cualquier caso, Graham en el MEF y Julio Velarde en el BCR han detenido la volatilidad del dólar y la brutal fuga de capitales desatadas por los anuncios de la constituyente y la nacionalización de los recursos naturales.
El mensaje de Castillo, pues, sigue jugando con la economía nacional, con el crecimiento y con las inversiones, por la febril agenda ideológica del MTPE. En este contexto, ¿cómo creer en la mano extendida del presidente Castillo a favor del diálogo y los entendimientos?
El presidente Castillo leyó el mensaje sin el clásico y exasperante sombrero. Sin embargo, continuó con el liqui liqui bolivariano, como enviando un mensaje a los amigos: cualquier retroceso táctico no significa arriar las principales banderas, especialmente lo de la constituyente.
Al margen de cualquier especulación es incuestionable que el mensaje que leyó Castillo no tendrá ningún efecto en el curso de la vacancia. Si se consigue o no los votos para vacar al jefe de Estado, dependerá de otros factores.
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