Editorial Política

¿Capitalismo sin cultura e ideología? Consecuencia: Pedro Castillo

Reflexiones sobre los errores cometidos por los demócratas

¿Capitalismo sin cultura e ideología? Consecuencia: Pedro Castillo
  • 21 de agosto del 2023

Hasta antes de la pandemia y la llegada de Pedro Castillo al poder, el Perú había logrado el mejor momento de su historia republicana: la pobreza había retrocedido del 60% de la población a 20%, la sociedad se configuraba con una mayoría de clases medias y, en tres décadas, el PBI se había cuadriplicado. Sin embargo, es incuestionable que el fracaso del Estado en la distribución de la gigantesca riqueza que aportaban los privados –a través de los impuestos– explica que, en muchas regiones, la mitad de las familias careciera de agua potable, de alcantarillado y de electricidad. En muchas áreas faltaban escuelas, carreteras y postas médicas, es verdad.

A pesar del fracaso del Estado en la distribución de la riqueza nacional –que generaban los privados– nunca el Perú había logrado tales avances económicos y sociales gracias a la inversión privada, la emergencia popular y los mercados nacionales. Vale recordar que desde la independencia de la metrópoli, pasando por dos siglos de experiencia republicana, una aproximación estadística parecía inamovible: el 20% de la población gozaba de los derechos al voto y a la propiedad, mientras que el 80% permanecía excluido y marginado. En ese entonces la ciudad era el área privilegiada y el campo la marginada.

Todo eso había cambiado radicalmente antes de la pandemia y gracias al modelo económico. Las cifras se habían invertido: 80% con derechos e integrados económicamente y 20% en pobreza. Los excluidos de ayer habían migrado a las ciudades y se habían convertido en los nuevos consumidores de los malls que se multiplican en los centros urbanos. Sin embargo, ¿cómo así un país que avanzaba de esa manera terminó eligiendo a Pedro Castillo, el peor candidato de la historia republicana, que proponía acabar con el modelo que había beneficiado tanto a los pobres?

La explicación una vez más está en el campo de la cultura y la ideología. En el Perú las reformas económicas de los noventa –que acabaron con el Estado empresario, el Estado empleador y la regulación de precios y mercados– la hizo el Gobierno de Fujimori desde arriba hacia abajo, en contra de los partidos, los intelectuales y los consensos predominantes. Desde ese momento, la economía avanzó por cuerda separada –como se solía decir– de la política, los partidos, la cultura y los consensos. Casi todos los candidatos ganaban las elecciones nacionales agitando demagógicamente en contra del modelo (Toledo, García, Humala); sin embargo, cuando llegaban al poder solo le restaba continuar con el sistema basado en la inversión privada y la desregulación de mercados.

La macroeconomía prosperó bajó la tutela del Banco Central de Reserva y el Ministerio de Economía y Finanzas. Pero la sociedad comenzó a tornarse en antimodelo, no solo por el fracaso del Estado en la distribución de la riqueza, sino también por las percepciones que organiza la cultura.

Cuando una sociedad deja de ser pobre las nuevas clases medias pretenden consolidarse y crecer al mismo ritmo que los de arriba. Y más allá de que la desigualdad se reduzca –de acuerdo a las mediciones del Coeficiente de Gini en el Perú–, y más allá también de que los pobres crezcan a mayor velocidad, las campañas de la izquierda en contra del modelo generan la impresión de desigualdades insalvables.

En ese contexto, todos los partidos y actores públicos se ponen de costado frente al modelo ante el triunfo cultural de las izquierdas. Las oenegés y las corrientes comunistas y progresistas hacen pasar leyes, reglamentos y normas que sobrerregulan el Estado y lo convierten en uno de los más burocráticos de la región, con el fin de “proteger la riqueza que producen los trabajadores y los pobres” ante la supuesta “explotación de los empresarios”. La política, la cultura, el Estado y sus regulaciones se ponen de costado o en contra del modelo.

Es evidente que, en semejante escenario, resulta imposible pensar en nuevas reformas promercado. Las izquierdas han ganado porque las derechas solo defendieron el modelo con cifras y estadísticas que se vuelven frías para los emergentes descontentos. A esa fórmula se le agrega la fábula del fujimorismo versus antifujimorismo, y entonces Castillo llega al poder casi como por una ley física.

En el Perú hay capitalismo que reduce pobreza y multiplica el bienestar, pero sin guerra cultural y sin batallas ideológicas. Es decir, el escenario en el que se han producido todas las revoluciones anticapitalistas.

  • 21 de agosto del 2023

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