La comisión de Constitución del Congreso de la R...
No obstante algunos quieren acabar con mercado libre de tierras
Los proyectos de ley en el Congreso que pretenden imponer límites a la propiedad de la tierra parten de la siguiente falacia: “han regresado los barones del azúcar y los grandes latifundios” de antes del velasquismo. Con la Constitución de 1993 y el libre mercado de tierras han regresado empresas en vez de familias. Son corporaciones que, en algunos casos, tienen accionariado difundido y listan en bolsas. Es decir, la estructura de la propiedad no le pertenece a una familia sino a una persona jurídica que ha democratizado significativamente la propiedad. Además, los trabajadores y empleados contratados gozan de todos los derechos y beneficios sociales que siempre le fueron negados a los trabajadores agrícolas.
No obstante los débiles argumentos que el estatismo plantea para limitar la extensión de la propiedad de las tierras, en las últimas dos décadas el agro peruano ha logrado un desarrollo extraordinario y ha surgido una nueva clase media, sobre todo en las principales ciudades norteñas. Por ejemplo, en el sector azucarero las diez empresas más importantes del rubro cotizan en la bolsa. Según datos de la Superintendencia de Mercado de Valores (SMV) esta decena de corporaciones tiene accionariado difundido, es decir, son sociedades anónimas abiertas.
En el año 2006 la Corporación Azucarera del Perú S.A, perteneciente al grupo Gloria, compró alrededor del 57% de las acciones de la empresa Casagrande, en el valle de Chicama, a través de una Oferta Pública de Adquisición (OPA). El 37 % restante le pertenece a 4,187 accionistas mediante accionariado difundido y el 6% al inversionista Alejandro Gubbins. La presencia de centenares de accionistas minoritarios revela una clara forma de capitalismo popular. Asimismo, según un informe anual de la Bolsa de Valores de Lima (BVL), el año 2014 Casagrande empleó a más de 2700 trabajadores.
Pomalca es otra empresa agroindustrial que tiene accionariado difundido. Según su última memoria anual (2014), 5,553 personas poseen paquetes de acciones menores al 2% y representan juntas el 68% del accionariado total. Una situación parecida se observa en otras empresas como Cartavio, Tumán y Andahuasi.
En julio pasado, como señal de buen camino, el grupo financiero Credicorp Capital estimó que las acciones de Casagrande estaban en ascenso y las ubicó en la cartera “Trading Andina”, que selecciona a las empresas con expectativas de crecimiento en Chile, Colombia y el Perú. El año 2014, en una nueva OPA, las acciones de Casagrande aumentaron su valor en alrededor del 15%. Igual que ella, otras empresas agroindustriales como Cartavio, Pomalca o San Jacinto también han elevado la cotización de sus acciones.
Lo que vemos no es sino el resultado del proceso virtuoso que se ha desencadenado después de las reformas económicas de 1993. El mercado libre de tierras ha originado que centenares de accionistas obtengan mayores ganancias y mejoren sus perspectivas empresariales con una visión moderna.
A pesar del discurso anti-empresa que la izquierda suele desplegar, el crecimiento del sector agrícola de los últimos 20 años ha sido sorprendente. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que hay una revolución en el agro peruano que, según todo indica, algunos congresistas “revolucionarios” desconocen.
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