La comisión de Constitución del Congreso de la R...
La curiosa alianza entre ecologistas radicales y agricultores locales
Sesudos politólogos, sociólogos y analistas han estudiado profundamente las causas del conflicto en el Valle del Tambo. Como se sabe, la empresa Southern quiere ejecutar uno de los mayores proyectos cupríferos en la provincia de Islay y ha encontrado una feroz oposición de grupos extremistas por un lado y de empresarios locales dedicados a la agricultura por otro. Así, el extremismo ideológico y los empresarios agrícolas locales crearon una curiosa sinergia impidiendo la ejecución de un proyecto importante para el sur del país. Hoy, se sabe que empresarios dedicados a la producción del arroz, la cebolla, el ajo o el azúcar han subvencionado las violentas protestas contra Tía María ¿Por qué?
En las últimas dos décadas el país liberó las fuerzas productivas que estaban contenidas por enmarañadas políticas proteccionistas, estatistas y burocráticas. En el valle del Tambo surgió una dinámica de capitalistas agrícolas locales que, ante la llegada de la inversión minera, observan con desconfianza y temor el proceso.
Según informes del gobierno regional de Arequipa el valle del Tambo representa el 13% de la producción agraria de la región. Sus principales cultivos son arroz con 5,600 hectáreas, ajos con 2,690 hectáreas, azúcar con 770 hectáreas y cebolla con 380 hectáreas. Por ejemplo, los costos de producción de una hectárea de arroz llegan a S/. 11,322. El precio del kilo de arroz en chacra es de S/ 1.65, que al multiplicarlo por la producción estimada de 13,000 kilos por hectárea tendremos un valor de S/. 21,450. Si restamos los costos con los del valor de venta obtenemos una rentabilidad de S/ 10,128 por hectárea.
Sin embargo si el gran capital, a través de la minería, logra ejecutar el proyecto Tía María elevaría la mano de obra a un nivel que sería imposible de asumir para los agricultores, restándole así viabilidad al sector agrícola local. Actualmente, el jornal diario para la agricultura local es de S/.50 para mujeres y S/. 70 para los hombres. en tanto que el jornal diario no-calificado en la minería ronda entre S/. 100 a S/. 120. Semejante situación elevaría sobremanera los costos de producción mermando la rentabilidad del sector agrícola, del cual dependen más de 3500 trabajadores en ese valle.
Habría que añadir la falta de innovación tecnológica de ese sector, que todavía utiliza el riego bajo gravedad o por inundación, y sufre escasez de agua o sequías, así como una gestión inadecuada de la cosecha y poscosecha. Estas características revelan la poca competitividad productiva del capitalismo local. Pero también esta la propia rentabilidad de los cultivos elegidos. Por ejemplo, ¿es viable cultivar arroz en una zona con tanta escasez de agua? Creemos que no. En otras palabras, la oleada modernizadora de la inversión minera desnuda descarnadamente los límites del capitalismo aldeano.
Por su parte, la ineficiencia de los gobiernos locales dificulta más el panorama para el sector. Si esos gobiernos construyeran vías de comunicación, otorgaran derechos de propiedad, mejoraran los servicios de agua y desagüe, y establecieran fondos concursables para mejorar la productividad, es decir, si hicieran lo que les toca, le darían al capitalismo local la oportunidad de desarrollarse y ser competitivos.
La ineficiencia de esos gobiernos agudiza las demandas del capitalismo aldeano, que se alía con grupos extremistas para evitar la entrada del gran capital. La protesta adquiere ribetes contestatarios, radicales e ideológicos contra la industria extractiva, pero en el fondo son demandas pro mercado que el analista limeño no percibe.
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