Editorial Política

Cambio hacia adelante: ¡Pacto con los excluidos, con los sectores D y E!

Dos semanas para explicar a la gente que el Estado es el gran fracaso

Cambio hacia adelante: ¡Pacto con los excluidos, con los sectores D y E!
  • 23 de mayo del 2021

Las tendencias en las encuestas a dos semanas de la elección nacional, que registran una ligera ventaja a favor del candidato de Pedro Castillo, nos señalan que las definiciones en el sector rural, en los segmentos D y E, decidirán la elección nacional y el futuro del sistema republicano y la peruanidad. Si Keiko Fujimori avanza en estos sectores habrá inclinado la balanza a su favor.

Ahora bien, debemos preguntarnos por qué, no obstante que detrás de la candidatura de Castillo convergen todas las corrientes comunistas y totalitarias –desde el Movadef de Sendero Luminoso, pasando por las tendencias procubanas de Perú Libre hasta el progresismo clasemediero de Juntos por el Perú–, el movimiento del lápiz sigue teniendo una intención de voto que sorprende a tirios y troyanos. 

Es incuestionable que con la pandemia, la emergencia y los desastres de la administración Vizcarra, el Estado se derrumbó. A pesar de tener los mayores recursos de la historia republicana, no solo no equipó hospitales ni compró camas UCI, sino además que se empujó a más de tres millones de peruanos a la pobreza (esta lacra hoy representa el 30% de la población). Igualmente, amplios segmentos de de la población pasaron a condición vulnerable (40% con peligro de caer en pobreza) y la clase media consolidada se redujo al 30%.

El aumento de la pobreza y la crisis perpetua del sistema político impulsan a diversos sectores a la desesperación. Es en este contexto en que debemos interpretar el todavía considerable respaldo electoral a Castillo. De alguna manera la desesperación no permite identificar el fracaso del Estado fallido como el fracaso histórico de la administración Vizcarra, los gobiernos regionales de izquierda (todos ellos socios de Castillo) y una burocracia colectivista-caviar que controla el Estado desde el gobierno de Ollanta Humala. Muy por el contrario, los sectores que respaldan a Castillo consideran que la situación se explica por el el fracaso del modelo; es decir, del modelo que posibilitó triplicar el PBI, reducir la pobreza del 60% de la población a solo 20% y expandir las clases medias como nunca en la historia republicana (hasta antes de la pandemia).

En las descripciones arriba mencionadas reside la principal explicación de las tendencias electorales del momento. El sistema republicano y Keiko Fujimori, entonces, tienen apenas dos semanas para explicarle a la gente que la desesperación y la irritación es absolutamente justa. El sector privado más poderoso de nuestra historia llegó a aportar US$ 65,000 millones anuales (antes de pandemia) al Estado, pero los burócratas colectivistas no distribuyeron esa riqueza. El Estado fracasó en todo y el sector privado formal e informal, los millones de emprendedores, siguieron apostando por el Perú en los mercados populares.

Por todas estas consideraciones el cambio hacia adelante planteado por Fuerza Popular debe entenderse como el fin del Estado fallido, el fin del Estado de los burócratas incapaces de redistribuir la riqueza. El cambio hacia adelante entonces debería ser –sobre todo– un gran pacto con los más de 10 millones de peruanos pobres que ahora no tienen para comer, con los más de 7 millones de peruanos que no tienen alcantarillado y los más de 3.8 millones que no tienen agua potable. Asimismo, debería representar la decisión de redistribuir el 40% del canon regional para eliminar la pobreza de más de 3.7 millones en el área rural.

Pero, igualmente, el cambio hacia adelante implica hoy reconocer que el Estado de la administración Vizcarra encerró a la gente y quebró no solo la economía nacional, sino también las economías familiares. Hoy miles de familias temen perder sus casas por las hipotecas no pagadas, miles no pueden pagar créditos, pensiones educativas y otras obligaciones por culpa de los yerros del Estado. ¿Acaso el nuevo pacto no debería considerar un “reactiva” para la mesocracia a punto de caer en pobreza hasta fines de este año, en que la economía debe estar en plena reactivación? ¿No es hora de encontrar fórmulas audaces para salvar las libertades?

En cualquier caso, la ola anticomunista de las clases medias peruanas ha logrado contener el avance comunista y equilibrar el escenario electoral. Es una ola que nunca debe parar. Sin embargo, ahora las elecciones se definirán en el área rural y los sectores D y E. Y por todas esas consideraciones, la realidad nos señala que el cambio hacia adelante tiene que ver sobre todo con estos territorios sociales. Fuerza Popular y las corrientes republicanas tienen dos semanas para ganar el alma y el corazón de la gente. Allí se juega el futuro de la peruanidad.

  • 23 de mayo del 2021

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