Editorial Política

Alianza agro-minería en Cajamarca

Alianza agro-minería en Cajamarca
  • 09 de octubre del 2015

Pobreza rural retrocede al impulso del avance del proyecto Conga.

Silenciosamente, en Cajamarca se viene construyendo una alianza entre el agro y la minería que está haciendo retroceder la pobreza al impulso de las obras de responsabilidad social del proyecto Conga, y que además está echando por tierra los mitos sobre el agua fabricados por los radicales antimineros.

Nos referimos al reservorio Challhuagón, con capacidad para almacenar 2.6 millones de metros cúbicos (m3) de agua de lluvias donde antes hubo 1.4 millones de m3 de agua mineralizada inapta para el consumo humano; al reservorio San José (6 millones de m3), a los diques de los ríos Rejo y Grande (400,000 m3 cada uno), y a unos 375 reservorios familiares (487,500 m3).

El impacto socio-económico de esta infraestructura es enorme. El reservorio San José beneficia a 5,000 familias; y el de Challhuagón a las comunidades campesinas de San Nicolás, Quinuapampa, San Juan de Yerbabuena, Yerbabuena Chica, Porvenir, Valle Maraypata y Lagunas de Combayo; mientras que los reservorios familiares favorecen a 708 hogares. A todo esto se agregan otros proyectos en favor del campo, como el revestimiento de 112 kilómetros de canales de riego en beneficio de más de 9,000 familias, y la construcción de sistemas de riego tecnificado en 1,900 Ha de los distritos de Cajamarca, Baños del Inca y la Encañada, que favorecen a 7,000 familias más.

Desde el 2014, los pueblos ubicados en la zona de impacto de los reservorios y diques tienen agua todo el año, lo cual les permite obtener dos cosechas anuales -en vez de una-, y mejorar así sus ingresos y su calidad de vida, lo que equivale a salir de la pobreza.

Tener agua todo el año también significa más pasto para alimentar mejor al ganado, y por consiguiente más producción de leche, más fuentes de proteínas para ellos y sus hijos y la oportunidad de vender los excedentes o producir y comerciar lácteos.

La producción diaria de las vacas lecheras se incrementó en 37%, y el promedio de ingresos por ventas de leche aumentó de S/. 221 a S/. 555, gracias a que la producción de forraje verde aumentó a 96 toneladas por hectárea anuales, y también gracias a la capacitación para mejorar la productividad mediante las buenas prácticas ganaderas.

De otro lado, los reservorios y diques están demostrando que el agua no viene de las “cabeceras de cuenca” -por las que solo discurre- sino de las lluvias que caen de diciembre a marzo, y que la única manera de tener agua en los meses de estiaje es guardandola. El mito de las “cabeceras” se viene abajo; por eso sus mentores se opusieron a la construcción de los reservorios, inclusive mediante la violencia.

El éxito de los depósitos es tan categórico que los radicales que se opusieron a su construcción presionan hoy para que esa infraestructura sea transferida al gobierno regional que ellos controlan, para hacerle creer a la gente que son ellos quienes les dan más agua.

Al influjo de esas obras, la región Cajamarca está cambiando y la vida de miles de familias campesinas está dando un giro total para bien, mientras los mitos radicales antimineros sobre el agua se derrumban, lenta pero inexorablemente, remecidos por la realidad.

  • 09 de octubre del 2015

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