Editorial Educación

EDUCACIÓN: ¿PERSISTEN LOS ERRORES DE SAAVEDRA?

¿Ministra Martens continúa con los impulsos estatistas?

EDUCACIÓN: ¿PERSISTEN LOS ERRORES DE SAAVEDRA?
  • 03 de febrero del 2017

¿Ministra Martens continúa con los impulsos estatistas?

En los últimos días hemos vuelto a contemplar una ofensiva en los medios de comunicación en contra de la inversión privada en educación. Las denuncias de padres de familia sobre cobros exorbitantes en las pensiones de algunos colegios, de una u otra manera, han resucitado todo el estribillo que acompañó el proyecto de reforma estatista que impulsaba el ex ministro de Educación Jaime Saavedra. Sin embargo algunos periodistas no se plantearon una interrogante de sentido común: ¿por qué los padres de familia prefieren de tal manera a los colegios privados que algunos promotores pueden subir las pensiones a su parecer? Y la respuesta es simple: porque la escuela pública es un fracaso total y no puede competir en calidad con la oferta privada. Allí está la madre del cordero.

¿Cómo entonces bajar las pensiones? En primer lugar, recuperando la calidad de la escuela pública, para evitar que los padres de familia huyan en avalancha hacia la matrícula privada. En segundo lugar, desarrollando un sistema de competencias entre la escuela pública y privada, y entre los propios claustros privados, de modo que se consiga calidad y pensiones cada vez más bajas. Pero para crear competencia los colegios de educación pública y privada deben acreditar sus claustros en un sistema de acreditación independiente del Estado, algo que prohibió la pasada gestión Saavedra.

El estatista tiene una fórmula sencilla: si las pensiones privadas suben, entonces, cancelamos la inversión privada en educación y todo empezará y terminará en la escuela pública. Pero la escuela estatal es un desastre, será la réplica. Y la respuesta inmediata será: no se preocupen, los burócratas del Ministerio de Educación están trabajando en la calidad. Claro que los burócratas estatales vienen trabajando desde hace dos siglos, y el Estado ha fracasado en todas las líneas en organizar la educación republicana.

El tema planteado no es una simpleza. A nivel nacional dos tercios de la matrícula es atendida por la escuela pública, mientras que un tercio lo cubre el sector privado. En ciudades como Lima, Arequipa y Trujillo, incluso una mitad de la matrícula está en el sector público y la otra en el privado. Pero en cualquier medición que se realice el rendimiento del alumno de la escuela estatal solo alcanza un tercio del rendimiento de los estudiantes de claustros privados. Sin embargo, el estatista sueña con eliminar al sector privado para que el sector Educación —que gasta cerca del 20% de presupuesto nacional— incremente sus recursos fiscales y se organice un Estado dentro del Estado, para que una legión de burócratas de izquierda engorde en la planilla estatal. La pregunta que surge es, ¿la ministra de Educación, Marilú Martens, participa de esta visión estatista delirante?

Hasta el momento pareciera que sí. La burocracia ideologizada que ha dejado la gestión Saavedra es tan abrumadora y asfixiante que la nueva titular del sector no ha movido un solo pelo del monstruo estatista que estaba construyendo Saavedra y la izquierda, no obstante que ellos no habían ganado ninguna elección nacional. Y si vemos la conducta de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU), una de las entidades que ha construido tal cantidad de sobrerregulaciones y procedimientos —con el objeto de ahogar la participación del sector privado en los claustros universitarios—, es evidente que estamos tentados a sostener que la gestión Martens persiste en el error estatista.

Si las cosas van en ese sentido es necesario reconocer que los burócratas del Minedu tienen “consecuencia ideológica”. Al César lo que es del César. Pero también tienen una avanzada presbicia que les impide leer los acontecimientos que precipitaron la censura de Saavedra. Y el asunto es demasiado sencillo: un proyecto estatista en educación es genéticamente autoritario, incompatible con una sociedad abierta, porque pretende convertir al Estado en el “alfabetizador de la nación”. Y semejante alfabetización se desarrolla en base a los relatos de la izquierda, excluyendo otras aproximaciones e interpretaciones. Creer que la mayoría de peruanos vamos a permanecer indiferentes a esta voluntad de la izquierda de apropiarse de la escuela pública revela la soberbia y ceguera del burócrata estatista.

 
  • 03 de febrero del 2017

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