Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
Cajamarca enfrenta una paradójica realidad: pese a contar con una de las mayores reservas de recursos minerales, el 44.5% de su población vive en condiciones de pobreza. Pero esta contradicción podría revertirse con la ejecución de algunos importantes proyectos mineros. Entre ellos, el proyecto Yanacocha Sulfuros, a cargo de Newmont Perú, representa una esperanza concreta de cambio. Con inversiones y desarrollo planificados para los próximos años, Cajamarca podría ver una transformación significativa en su estructura económica y social.
El proyecto Yanacocha Sulfuros, parte de la reconocida mina Yanacocha, ha sido diseñado para expandir la producción hacia metales como el cobre y el oro. Como se sabe, esta es una mina aurífera, considerada la más grande de América del Sur y la cuarta a nivel mundial. Se ubica entre los distritos de Cajamarca, La Encañada, Baños del Inca y Tumbaden, todos en la región Cajamarca. El nuevo proyecto representa una inversión de aproximadamente US$ 2,500 millones para aprovechar este yacimientos de pórfido de cobre y oro, extendiendo la vida útil de la mina por 20 años más. En términos de generación de empleo, se estima que creará miles de trabajos directos e indirectos, impactando positivamente en la economía local. El proyecto también es relevante para la transición energética global, ya que tanto el cobre como el oro son esenciales en las nuevas tecnologías verdes.
Pero Yanacocha Sulfuros no es una iniciativa aislada, porque forma parte de la amplia cartera de proyectos mineros en Cajamarca, que totalizan US$ 18,050 millones en inversión, y posicionan a la región como un actor clave en el sector minero peruano. Otros proyectos importantes son Michiquillay, Conga y La Granja, que juntos conforman el llamado “cinturón de cobre del norte”, que tiene el potencial de generar una producción anual de 1.5 millones de toneladas métricas de cobre (TMC), lo que podría generar un impacto directo en la economía de los habitantes de la región.
Sin embargo, la minería en Perú enfrenta numerosos desafíos. Entre ellos, destacan las dificultades relacionadas con la tramitología y la burocracia, que suelen retrasar la ejecución de proyectos. Además, los conflictos sociales, generados por el radicalismo antiminero de la extrema izquierda continúan siendo una barrera crítica, pues las comunidades locales, muchas veces afectadas azuzadas por eso activistas demandan cada vez más participación en los beneficios. A esto se suma el impacto de la minería ilegal, que no solo afecta la reputación del sector, sino que también genera problemas como la trata de personas y el crimen organizado, especialmente en áreas donde no existe una adecuada supervisión estatal.
Con una correcta implementación de políticas públicas y una mayor cooperación entre los distintos niveles de gobierno, Cajamarca podría convertirse en un centro industrial de minería, siguiendo el ejemplo de regiones como Antofagasta, en Chile. Este modelo de desarrollo podría atraer inversiones no solo en minería, sino también en infraestructura y manufactura, permitiendo una diversificación de la economía local. Uno de los pasos claves para lograr este avance sería la creación de un clúster minero en la región, que aproveche al máximo el potencial del “cinturón de cobre del norte”. Un clúster minero bien estructurado podría incluir la construcción de una vía férrea hacia Bayóvar, lo que facilitaría la exportación de minerales y reduciría los costos de transporte. Además, el fomento de industrias conexas, como la manufactura y los servicios técnicos especializados en minería, generaría una cadena de valor local que impulsaría el desarrollo regional. De esta forma, Cajamarca no solo dependería de la extracción de minerales, sino que también podría industrializarse, creando un ecosistema económico más robusto.
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