El relevo de José Salardi del Ministerio de Econom&iacu...
Mientras el presidente Martín Vizcarra, el presidente del Consejo Ministros, Salvador del Solar, y los medios de comunicación tradicionales, alientan una absurda guerra Ejecutivo-Legislativo, el Perú parece enrumbarse a la involución económica y social. En el primer trimestre del año la economía solo se expandió en 2.4%, una cifra absolutamente insuficiente para seguir reduciendo pobreza. Con ese número la posibilidad de alcanzar el 4.2% anual proyectado por el Ejecutivo parece imposible.
De esta manera el país, que alguna vez fue un milagro económico y social entre los países emergentes, vuelve a enfrentar el fantasma del retorno de la pobreza. Como todos sabemos, para absorber la demanda de empleo de los 250,000 jóvenes que se incorporan a la economía el país necesita una expansión económica por encima del 4%.
El crecimiento y la reducción de pobreza son las dos caras de una misma moneda. El economista, César Peñaranda, director ejecutivo del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) , de la Cámara de Comercio de Lima, nos describe el proceso de reducción de pobreza de las últimas dos décadas. Señala, por ejemplo, que entre 2001 y 2008 el promedio anual de reducción de pobreza fue 2.1 puntos porcentuales. Peñaranda agrega que entre 2006 y 2008 la reducción de pobreza sumó 4 puntos porcentuales cada año. Uno de los ratios más elevados en reducción de pobreza en el planeta.
Sin embargo, y aquí viene lo aterrador, Peñaranda asevera que entre 2014 y 2018 la pobreza se redujo 1.7 porcentuales en total (0.3% anual). Es decir, mucho menos de lo que se reducía anualmente entre el 2001 y el 2008, y significativamente menos que los logros entre 2006 y 2008.
Peñaranda sostiene que si seguimos con este ritmo de crecimiento (del orden de 4%) hacia el 2021, reduciríamos pobreza solo en un punto porcentual cada año. Agrega que si la economía se expandiera en 6%, entonces se lograría bajar la pobreza en tres puntos porcentuales anualmente. En otras palabras, un solo año de ese tipo de expansión saludable nos permite reducir la misma pobreza que tres años de crecimiento mediocre.
¿Qué hacer para evitar el fantasma del retorno de la pobreza? En realidad todo el mundo sabe lo que se debe hacer. El Perú se está hundiendo no por falta de recetas sino por la inacción, por la incapacidad del Ejecutivo para organizar una agenda pública constructiva. Si el presidente Vizcarra y Del Solar encabezan una guerra absurda en contra del Legislativo, ¿cómo así se van a encender los motores del crecimiento? Es evidente que todo empezó a cambiar desde 2014; es decir, desde el gobierno nacionalista, la administración que empezó esta guerra política contra otro sector del país.
De otro lado, el clima de polarización y la suma de excomuniones entre la clase política no permite que las fuerzas constructivas del Ejecutivo y el Legislativo converjan para promover una agenda de reformas fundamentales para evitar que la productividad siga deteriorándose. Todos los economistas han señalado que si no se impulsa las reformas laboral, institucional, de los derechos de propiedad y contratos —así como las reformas de educación y de salud— y si no se resuelven los déficits acumulados en infraestructuras, el país seguirá perdiendo productividad y competitividad. Es decir, estructuralmente será una economía negada para los crecimientos altos y con mayores posibilidades de reducir pobreza.
Es aterrador observar cómo la clase política se sumerge en una guerra política sin sentido, en la que no habrá vencedores ni vencidos. Los únicos que ganarán son los sectores antisistema y anticapitalistas.
COMENTARIOS