El relevo de José Salardi del Ministerio de Econom&iacu...
El último derrame de petróleo en el Oleoducto Norperuano (ONP) ocurrió el 9 de julio, en el kilómetro 371 del tramo II, cerca a la comunidad de Tayuntsa (distrito de Nieva, en Amazonas). El 18 de junio pasado sucedió otro derrame en el kilómetro 237 del ramal norte del ONP, a 1.5 kilómetros de la comunidad Nuevo Progreso (distrito de Manseriche, en Loreto). Y no son incidentes aislados. Desde 2016 han sucedido 25 eventos —entre fallas, accidentes o actos de sabotaje— que han afectado las operaciones del ONP y de los pozos petroleros.
Las autoridades de Petroperú, a cargo del ONP, han señalado que el derrame de Manseriche fue consecuencia de un “acto delincuencial”, como muchos de los anteriores derrames. Y el 6 de julio más de 400 personas, portando lanzas y armas punzocortantes. tomaron nuevamente la Estación 5 del Oleoducto Norperuano (ONP). Hasta el lugar llegó personal de la Defensoría del Pueblo, que exhortó a los pobladores a suspender sus acciones de fuerza e iniciar un diálogo con las autoridades correspondientes. ¿Qué está pasando en la selva amazónica?
Según Petroperú, en los últimos tres años el 60% de los daños al ONP han sido causados intencionalmente. Los técnicos que realizan las reparaciones han confirmado que, en los actos de sabotaje, los delincuentes utilizan máquinas eléctricas e incluso “arcos de sierra”, herramientas de corte de uso común. En Loreto y Amazonas se han detectado 14 actos de sabotaje. Según las autoridades, en estas acciones estarían comprometidos los autodenominados “dirigentes” de las federaciones de indígenas, que además han organizado empresas para hacer las reparaciones del ONP. Por esta razón impiden que los técnicos de Petroperú realicen ese trabajo. Así también, impiden el ingreso de las autoridades para evaluar los daños, para que se crea que son mayores y, de esta manera, reclamar al Estado una mayor indemnización. Un pago que sale del bolsillo de todos los contribuyentes.
De acuerdo a Petroperú, los constantes ataques al ONP han ocasionado en los últimos cinco años pérdidas anuales por hasta US$ 100 millones. Para Seferino Yesquén, presidente de Petroperú, la misma seguridad que existe en el gasoducto entre Camisea y Pisco debería existir en el ONP, con miembros de la policía y de las Fuerzas Armadas garantizando la seguridad del oleoducto. Un pedido que también hacen las autoridades de Loreto y los gremios empresariales de la región.
¿Con que seguridad las inversiones vendrán a Perú si las actividades vinculadas al petróleo son atacadas constantemente por personas vinculadas a la izquierda antidesarrollo? La Amazonía se ha convertido en tierra de nadie por las acciones de los “asesores” de los dirigentes de las comunidades quienes, como en la mina Las Bambas, pretenden cobrar cupos para permitir el tránsito libre de las embarcaciones en los ríos. Yesquén ha señalado que, recientemente, una embarcación que transportaba crudo del Lote 67 fue tomada por los pobladores. Un acto de piratería que el Gobierno de Martín Vizcarra no debería permitir. Si esto sucede una vez, sucederá mil veces más.
La paralización del ONP y el bloqueo de los ríos —para evitar que las “chatas” (embarcaciones) transporten el crudo almacenado para que las petroleras cumplan sus compromisos de entrega— por parte de las 54 comunidades indígenas que se han declarado en huelga, son excusas de los sectores izquierdistas para organizar un paro regional que afectará aún más la economía de las regiones amazónicas.
A los marxistas no les basta con detener la producción de cobre en el país, se han propuesto detener y hostilizar a los productores de petróleo, un sector en crisis y cuya producción decrece ¡desde 1986! La importación de petróleo se ha incrementado a una tasa promedio de 2.9% entre 2007 y 2017, ¡y en ¡47% en 2017! Hoy el país importa petróleo como si el dinero nos sobrara, mientras permanecen estancados US$ 50,000 millones en inversiones en el sector de hidrocarburos. A la izquierda peruana y sus enlaces en la selva nada de eso les importa, porque la ralentización de la economía peruana es sumamente útil para sus objetivos políticos.
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