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Perú es uno de los principales productores de cobre a nivel mundial, y su relevancia en el mercado global sigue en aumento gracias a una ambiciosa cartera de 31 proyectos mineros. Con una inversión acumulada de aproximadamente US$ 40,000 millones, se espera que esos proyectos incrementen la producción anual en más dos millones de toneladas métricas de cobre (TMC), posicionando al país como líder en la industria cuprífera. Estos proyectos, que se distribuyen en diversas regiones, incluyen iniciativas emblemáticas como la Reposición Antamina en Áncash, Yanacocha Sulfuros en Cajamarca, y la Ampliación Cuajone en Moquegua. Dentro de esta lista sobresale el proyecto Michiquillay, una de las apuestas mineras más significativas de la región cajamarquina.
Ubicado en el distrito de La Encañada, Michiquillay forma parte del cinturón de cobre del norte, una zona que abarca otros yacimientos importantes como Conga, Galeno y La Granja. Esta área conjunta podría generar una producción anual de 1.5 millones TMC. Michiquillay destaca particularmente por su capacidad para producir alrededor de 225,000 toneladas métricas de concentrado de cobre cada año, durante un período de 25 años. Además, el yacimiento incluye subproductos de alto valor como molibdeno, oro y plata, lo que incrementa su rentabilidad.
El proyecto fue adjudicado a Southern Perú en 2018, y cuenta con la aprobación de su Estudio de Impacto Ambiental (EIA), lo cual garantiza que cumple con los requisitos necesarios para iniciar la construcción, programada para 2027. Con una inversión total de US$2,500 millones, Michiquillay generará miles de empleos directos e indirectos, y se estima que creará alrededor de 83,000 puestos de trabajo, un impulso significativo en una región marcada por altos niveles de pobreza. Esta generación de empleo no solo representa una oportunidad económica para los pobladores locales, sino también un esfuerzo para reducir la desigualdad en una de las zonas más vulnerables del país.
La magnitud de Michiquillay también reside en su potencial para convertirse en el núcleo de un clúster minero en Cajamarca. Inspirado en el exitoso modelo de Antofagasta en Chile, el clúster minero en Cajamarca permitiría compartir infraestructura y reducir costos logísticos, además de fortalecer la competitividad del cobre peruano en el mercado internacional. Una de las propuestas que respaldaría este clúster es la construcción de una línea férrea que conecte la región con el puerto de Bayóvar, en la costa norte, lo cual facilitaría el transporte de los minerales y estimularía la economía local mediante el desarrollo de nuevas industrias en la región.
Sin embargo, más allá de su impacto económico, el compromiso de Southern Perú con el desarrollo sostenible en la región es un elemento central en la viabilidad del proyecto. A través del Fondo Social Michiquillay (FSM), la empresa busca minimizar los riesgos de conflicto social al implementar iniciativas que mejoren la calidad de vida de las comunidades aledañas. Entre los programas sociales promovidos por el FSM destaca el proyecto para mejorar la actividad ganadera en la comunidad campesina de Michiquillay. Este proyecto, que culminó recientemente, consistió en la instalación y mejora de pastos destinados a la alimentación del ganado vacuno y en la implementación de servicios agropecuarios en el sector Pampa Grande. Con una inversión de más de S/ 5 millones, esta iniciativa benefició a 205 productores locales. El proyecto ganadero ha sido clave para diversificar las fuentes de ingreso de la población y mejorar las condiciones de vida en la zona, que históricamente ha dependido de la agricultura de subsistencia.
La inversión en infraestructura agropecuaria y la mejora de los pastos representan un esfuerzo importante para garantizar la sostenibilidad del proyecto Michiquillay, demostrando que es posible combinar la explotación minera con el desarrollo social. Estos programas de proyección social no solo contribuyen a la economía local, sino que fortalecen el vínculo entre la empresa y la comunidad, lo que es crucial para asegurar la paz social y la aceptación de la minería en la región.
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