Luego del Foro Mundial de APEC en Lima, al lado de la ratifica...
En el Congreso de la República están en marcha diversas iniciativas populistas para los pequeños y ciertos amagues mercantilistas para los medianos y los grandes. Por ejemplo, está en marcha la ampliación de los plazos del Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo) del sector Energía y Minas, que durante 22 años ha convertido la formalización minera en un fracaso, a tal extremo que sobre este fracaso hoy avanza la minería ilegal que destruye el medio ambiente, contrata pistoleros y no paga impuestos.
Asimismo, la legítima y justificada euforia nacional por la inauguración del puerto de Chancay ha desatado una iniciativa claramente mercantilista en el Congreso, que propone un impuesto a la renta progresivo de 0% hasta el 15% para atraer inversiones. El proyecto legislativo podría aprobarse sin el menor estudio técnico, con la oposición del Ministerio de Economía y Finanzas –pese a su responsabilidad en el desastre de Petroperú y el descontrol del déficit fiscal– y, no obstante que representaría una clara perforación del modelo económico que se implementa en el país desde tres décadas atrás, y que ha posibilitado organizar el mejor momento económico y social de nuestra historia republicana.
Las inversiones en el proyectado parque industrial de Chancay tienen viabilidad por las mismas razones que la inversión de Cosco Shipping Port y la peruana Volcán se desarrolla en Chancay: por las innumerables ventajas geográficas en el calado de la costa y la reducción entre 12 y 15 días de los viajes hacia la zona del Asia Pacífico y los mercados de la China. Semejante ventaja geográfica significa una reducción de más del 20% de los costos logísticos en el puerto de Chancay con respecto a otros puertos de la costa del Pacífico. Es decir, un atractivo que define cualquier inversión en el mediano y largo plazo.
¿Por qué entonces comienzan a surgir propuestas que pretenden perforar el modelo económico vigente en las últimas tres décadas en el Perú? ¿Acaso no es suficiente con el descontrol del déficit fiscal y las virtuales quiebras de Petroperú y el Banco de la Nación durante el gobierno de Boluarte? ¿Acaso no se entiende que algunas empresas peruanas acostumbradas al atajo fácil en vez de luchar por incrementar la competitividad verán en la renta de 0% la gran oportunidad de migrar hacia Chancay y abandonar sus emplazamientos en el territorio nacional? Se sostiene que se levantarán barreras para evitar las migraciones empresariales no justificadas hasta el nuevo megapuerto; sin embargo, eso dependerá de un burócrata o de varias oficinas burocráticas. En otras palabras, el regreso del mercantilismo de los ochenta, en el que los políticos con sus amigos decidían los beneficios para los sectores económicos y las empresas.
En vez de pensar en exoneraciones injustificadas por qué no se eleva la productividad y la competitividad del puerto de Chancay hasta la enésima potencia. Por ejemplo, ¿por qué no se convocan Alianzas Público Privadas para construir autopistas, desarrollar un nuevo urbanismo y conectar digitalmente todas las áreas consideradas en el gran proyecto de Chancay? ¿Por qué no se establecen regímenes simplificados ante el Estado que se conviertan en modelos para toda la sociedad?
La voluntad de crear exoneraciones sin estudios técnicos previos llega, incluso, a cuestionar las recomendaciones de la Organización para la Cooperación Económica para el Desarrollo (OCDE), que recomienda un impuesto a la renta no menor al 15%.
Por otro lado, siempre vale recordar que el éxito de las zonas económicas especiales en China, con regímenes tributarios especiales, se explica porque la economía de China era colectivista y se proponía captar inversiones. En ese contexto, las ventajas tributarias y laborales en las ZEE cumplieron su papel. El caso peruano es diferente: una economía de mercado de ingreso medio, con graves problemas en el manejo fiscal y con la recaudación en caída libre no necesita reformas tributarias para una zona especial, sino para toda su economía.
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