Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
El Perú es una potencia minera mundial: segundo productor de cobre, de plata y de zinc a nivel mundial y primer productor de oro en América Latina. Si nuestra sociedad no consolida el Estado de derecho, el imperio de la Constitución, la ley y los tratados internacionales en la explotación de nuestros recursos naturales, nuestras enormes reservas y potencialidades metálicas se convertirán en una verdadera maldición nacional y destruirán la viabilidad de nuestra sociedad.
En la provincia de Pataz, en la región de la Libertad, la minería ilegal en la producción de oro avanza sin control a pesar de que se ha decretado el estado de emergencia y otras medidas de excepción. El precio del oro que sobrepasa largamente los US $2000 la onza se ha convertido en el factor principal de la alianza de la minería ilegal con el crimen organizado. Diversas bandas internacionales, entre ellas venezolanas, ecuatorianas e incluso los carteles de droga de México, se han transformado en los brazos armados de la minería ilegal y comienzan a administrar directamente la producción y comercialización ilegal. Ahí están los resultados de las acciones de terror desatadas por el crimen organizado y la minería ilegal: nueve muertos, 23 heridos, más de 15 torres de alta tensión derribadas, más de 600 camiones que salen diariamente de la zona transportando el mineral ilegal.
El Estado, el Ejecutivo y el Congreso, no pueden hacerse de la vista gorda ante este fenómeno que destruye las bases de la peruanidad. Si le sumamos lo que empieza a suceder en el corredor vial del sur, en donde la minería moderna produce cerca del 40% del cobre nacional, el asunto adquiere un dramatismo sin parangón. El precio del cobre no cesa de subir por la demanda mundial. En este contexto, a partir de este año, en la zona del sur del país se han multiplicado las invasiones de mineros ilegales en varias concesiones de la minería moderna. ¿Qué sucedería en el corredor vial del sur si se produce una alianza entre la minería ilegal y el crimen organizado?
Si le agregamos que las regiones de Puno, Madre Dios, Piura, La Libertad, Arequipa y las ciudades de Nasca y Palpa, la minería ilegal no cesa de aumentar y desarrollar sus círculos autodestructivos, entonces, no es exagerado sostener que el Perú está amenazado.
La minería ilegal no paga impuestos, no genera empleos formales y destruye el medio ambiente, porque utiliza mercurio y otras sustancias prohibidas que envenena ríos y bosques. Sin embargo, la izquierda colectivista y progresista y las oenegés antimineras no denuncian ni se enfrentan a la minería ilegal. Su único objetivo es destruir la minería moderna, que paga impuesto, preserva el medio ambiente y se convierte en un motor antipobreza de la sociedad.
La minería ilegal, pues, es una incuestionable amenaza para todo el Perú. El Ejecutivo, el Congreso y la sociedad tienen que entender que así como los peruanos nos propusimos derrotar al terrorismo en los años ochenta, ahora debemos enfrentar la alianza del crimen organizado internacional con la minería ilegal y la crisis nacional de la seguridad ciudadana, que afecta a pobres, ricos y a los ciudadanos del campo y la ciudad de nuestro país.
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