Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
En un editorial de la semana pasada señalamos que lo que más sorprende del lamentable aumento de la pobreza en nuestro país en el último año es que es que los niveles más altos de pobreza se registraron en la región Cajamarca que tiene al 44.5% de su población –es decir, 688,822 personas– en esta condición. Y decimos que sorprende la caída de la economía de Cajamarca porque es una de las regiones más ricas en yacimientos mineros; especialmente de cobre, un mineral cuyo precio está actualmente al alza. Cabe señalar que Cajamarca cuenta con una muy importante cartera de proyectos mineros, por un monto total de US$ 18,050 millones, que representa el 33.9% del total de inversión minera en el país.
Entre los proyectos mineros más destacados en esa cartera figuran Michiquillay, Conga, Galeno, La Granja y Chalhuahón, que constituyen el llamado “cinturón de cobre del norte”. Estas iniciativas representan inversiones de gran magnitud, con el potencial de generar una producción anual estimada en 1.5 millones de Toneladas Métricas de Cobre (TMC), lo que significaría un impulso significativo para la economía local y un cambio sustancial en la estructura productiva de la región. Pero para maximizar las oportunidades que podrían generar estos proyectos cupríferos se hace necesario el establecimiento de verdadero un clúster minero en Cajamarca.
Este clúster debería acompañarse de la construcción de una vía férrea hacia Bayóvar y el fomento de la industria manufacturera y los servicios vinculados a la minería. Así se lograría crear un clúster minero como el que existe en Antofagasta (Chile), que ha propiciado un crecimiento significativo y una mejora en el nivel de vida de la población. La implementación de medidas análogas en Cajamarca podría acercar a los cajamarquinos al ingreso per cápita de un país desarrollado. Y el país podría producir más de cuatro millones de TMC, impulsando un crecimiento económico promedio anual superior al 5%. En un plazo relativamente breve, sería factible reducir la tasa de pobreza a nivel nacional por debajo del 15%.
De los mencionados proyectos, el más próximo a hacerse realidad es Michiquillay, ubicado en el distrito de La Encañada, provincia y región de Cajamarca, y que puede constituirse en uno de los motores del progreso económico en el norte del país. Este es un proyecto que se viene desarrollado ya desde hace algunos años, y que incluso ya ha cumplido con todas las formalidades burocráticas y todos los requisitos medioambientales. Esto incluye la validación de su Estudio de Impacto Ambiental, por lo que ya ha sido aprobado por el Ministerio de Energía y Minas (Minem).
La empresa concesionaria de Michiquillay es Southern Perú, que tiene planeado invertir en este proyecto aproximadamente US$ 2,500 millones. La empresa estima una producción anual de 225,000 TMC, y un período de explotación que se puede extender por más de 25 años. Actualmente, el proyecto Michiquillay se encuentra en una fase avanzada de exploración. Y es necesario resaltar que la empresa concesionaria ha establecido diálogos constructivos y productivos con las autoridades locales y regionales, así como con las comunidades circundantes. Estos diálogos tienen como objetivo principal impulsar programas de desarrollo sostenible en la región, dando lugar a la creación del Fondo Social Michiquillay (FSM).
Así como Southern, diversas empresas concesionarias de proyectos mineros en Cajamarca han propuesto trabajar en forma conjunta, para compartir infraestructura de producción, transportes y servicios de uso común, lo que les permitiría reducir costos de inversión. De esta manera Cajamarca podría convertirse en un gran clúster minero, que incluso contaría con un ferrocarril propio, para el transporte del mineral hasta el puerto más cercano.
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