¡La importancia de legislar correctamente en la pequeña minería!

El Ejecutivo ha anunciado que, en los próximos días, presentará un proyecto de la nueva Ley de Formalización y Promoción de la Pequeña Minería y la Minería Artesanal (ley Mape), porque a fines de este año, culmina la vigencia del Registro Integral de Formalización Minera (Reinfo). Hoy una mayoría coincide en terminar con los plazos del Reinfo, que solo han profundizado el fracaso de la formalización.

Antes de continuar el análisis nos gustaría señalar que las reflexiones sobre el proceso de formalización de la pequeña minería deben formularse considerando el terrible avance de la minería ilegal que, en la provincia de Pataz (La Libertad) ha causado la muerte de 9 trabajadores mineros, 23 heridos, 15 torres de alta tensión derribadas y cerca de 600 camiones que salen de la zona transportando el mineral ilegal. La explicación: una violenta alianza entre mineros ilegales y el crimen organizado internacional.

Si a esta situación le agregamos el avance de la minería ilegal en el Corredor Vial del Sur –en donde se produce cerca del 40% del cobre nacional– y la expansión de esta lacra social en más de siete regiones del país, el problema representa una verdadera amenaza para toda la sociedad peruana.

Pablo de la Flor, gerente de asuntos corporativos de Minera Poderosa, acaba de presentar unas cifras escalofriantes sobre el Reinfo: en 12 años solo 12,000 mineros han culminado el proceso de formalización del Reinfo. Es decir, el 20% del total. El 80% está en calidad de suspendido. Asimismo, De la Flor ha señalado que el 70% de los Reinfo está sobre un derecho vigente, en tanto que el resto sobre derechos extinguidos. Y he aquí lo grave: de los Reinfo con derechos vigentes apenas el 8% tienen derechos de propiedad. La abrumadora mayoría de mineros Reinfo, entonces, está sobre derechos de terceros.

En este contexto, nos gustaría señalar algunos criterios para avanzar en la nueva ley MAPE. Lo primero es que a nadie se le puede ocurrir bajar los estándares que demandan las grandes inversiones mineras para favorecer la formalización de la pequeña minería y la minería artesanal. Una posición de este tipo significaría destruir el marco de la actual Ley General de Minería que, en las últimas tres décadas, ha posibilitado captar más de US$ 60,000 millones en inversiones.

Siempre vale recordar que la única minería que puede preservar el medio ambiente con los más altos estándares del planeta, y que puede generar riqueza, recursos para el fisco y empleo formal es la gran inversión minera, que desarrolla economías de escala, utiliza tecnologías de punta y logra una intensiva productividad. Por ejemplo, las centenas de mineros ilegales en Tambo Grande que reemplazaron al proyecto de la empresa canadiense Manhattan podrían ser formales; sin embargo, por las centenas de unidades de producción sería imposible desarrollar altos estándares ambientales y aportar recursos fiscales de manera adecuada. Es evidente, pues, que un país que mira el desarrollo tiene que entender la importancia de la gran minería.

Sin embargo, no se trata de desconocer el papel de la pequeña minería. En potencias mineras como Australia, Chile y Canadá hay espacio para la pequeña industria. En el Perú, existen alrededor de 5,000 unidades de pequeña minería que pueden desarrollar economías de escala y presentar instrumentos de gestión ambiental (Igafom). En este contexto, la nueva ley MAPE debería implicar el cierre del Reinfo y la creación de una autoridad nacional de formalización minera que absorba las funciones de los gobiernos regionales, que, en el tema, han fracasado en todos los sentidos. Centralizar la formalización es el camino.

El problema del fracaso de la formalización minera es una bomba tiempo porque sobre ese fracaso avanza la minería ilegal. La minería ilegal produce cerca de dos millones de onzas de oro, una cantidad que representa US$ 5,000 millones que se exporta a través de entidades formales. ¿Cómo así? Si el Estado de derecho no se restablece en esta actividad, el problema irá en aumento por el incremento de la onza de oro y otros minerales.