El relevo de José Salardi del Ministerio de Econom&iacu...
No se entiende cómo el gobernador regional de Arequipa, Elmer Cáceres, exige al Gobierno central más presupuesto para realizar obras, siendo el principal opositor del proyecto minero Tía María. Si no hay minería, ¿de dónde salen los recursos?, ¿con qué cuero se hacen las correas?
Lo cierto es que un puñado de activistas completamente ideologizados están tratando de desactivar Tía María, uno de los proyectos más importantes del sur. De boca para afuera, las ONG seudo ambientalistas se han apropiado de manera indebida de la protección de la naturaleza, cuando lo cierto es que las mineras hacen enormes esfuerzos para mejorar los lugares donde se establecen. Por ejemplo, en Orcopampa la minería ha dispuesto canchas de totorales para recuperar el agua y, al mismo tiempo, eliminar los relaves. Exactamente como hacen los comuneros de la meseta andina en el Alto Piura, que utilizan los totorales para limpiar las aguas para el cultivo, ganadería y uso doméstico. En Pataz, la minería invierte forestando la zona, mejorando el ecosistema y, al mismo tiempo, ofreciendo una nueva actividad económica a los comuneros, por los árboles maderables que se han plantado.
En el sur el “cierre” de la mina Constancia –después de la construcción de la mina– realizado por la compañía Hudbay es ejemplar. Hudbay, en coordinación con las comunidades de la zona de influencia minera, mejoró el medio ambiente. Después de la construcción de la mina iniciaron un proceso de plantación de especies vegetales nativas, incluso en lugares en donde nunca antes había existido ninguna clase de vegetación. Además, desde un inicio la minera canadiense emprendió un plan para disminuir la desocupación en los distritos de Livitaca, Chamaca y Velille, en la provincia de Chumbivilcas (Cusco). Desde 2015, cuando se estableció la minera en la zona, los pobladores –apoyados por Hudbay– organizaron empresas familiares para ofrecer toda clase de servicios a Constancia, desde hostelería, alimentación y transporte de personal hasta mantenimiento de todo tipo de equipos y maquinarias mineras.
El compromiso asumido por propia voluntad de la compañía minera canadiense es también con la agricultura. Desde septiembre pasado, en coordinación con la Municipalidad Distrital de Livitaca, un nuevo sistema de riego por aspersión está operando en los campos de Accho y Cochapata, pertenecientes a la comunidad Unión Kora. La obra, de S/ 1.4 millones y asumida por Hudbay, favorece a 60 hectáreas de cultivo. El proyecto consta de un sistema de captación de agua, reservorios, cámaras de distribución y 19 kilómetros de conductos de agua. Como en otros casos, los beneficiados con la inversión minera son los comuneros y sus pequeñas parcelas dedicadas al cultivo de papa nativa, cebada y hortalizas.
Este sistema de riego es similar al implementado en la comunidad campesina Quehuincha, también en Livitaca. En la obra, ejecutada mediante el sistema Obras por Impuestos (OxI), la minera invirtió más de un millón de soles. Sin embargo, la izquierda antiminera tiene el atrevimiento de negar esta realidad: la minería es el principal impulso para las actividades agrícolas y el rescate y mejora del medio ambiente. Innumerables son las obras, totalmente documentadas, al servicio de los más pobres del país.
Así como Hudbay realiza sus actividades mineras de acuerdo a los más altos estándares de protección al medio ambiente, sin que exista ningún daño ecológico, así también lo hacen las empresas de talla mundial establecidas en el país desde mediados de los años noventa. No obstante todo lo avanzado, el marxismo y la izquierda peruana, se han propuesto detener el desarrollo nacional por razones políticas, intentando el colapso de la producción de cobre, que representa el 60% de las exportaciones peruanas y un 30% de la renta nacional.
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