Según la propuesta del Ejecutivo la vigencia del Regist...
Alrededor de 40,000 hectáreas de cultivos del proyecto Olmos (en Lambayeque) están en peligro por la sedimentación de más del 70% de la presa Limón, que ha reducido considerablemente su capacidad de abastecimiento de agua. En ese sentido, deben analizarse con detenimiento las responsabilidades del gobierno regional y la concesionaria para encontrar una alternativa para los usuarios y el futuro de las agroexportaciones en Lambayeque, sobre todo considerando que el próximo año debe renovarse o cambiarse el modelo de gestión de la presa.
Vale señalar que de las mencionadas hectáreas del proyecto Olmos la mayoría de ellas son tierras ganadas al desierto, de las cuales 24,000 se han desarrollado con una inversión de alrededor US$ 2,5000 millones. Estos emprendimientos representan el 50% de las agroexportaciones de la región Lambayeque y han generado más de 70,000 empleos.
Por otro lado, si se analiza la crisis hídrica que se presenta en Piura por las limitaciones de la reserva Poechos, las cosas se convierten en inviables para el desarrollo de la agricultura. La falta de agua en el reservorio de Poechos afecta a más de 150,000 agricultores que se enfrentan a pérdidas millonarias por la falta de riego. En la EPS Grau se informó que la región Piura tenía agua solo para un mes y el temor de los agricultores se generalizó, no obstante que luego se pretendió desmentir la noticia. Lo cierto es que la agricultura piurana está al borde del abismo.
Y si analizamos los fracasos acumulados en Majes Siguas I, en donde, por el contrario, se utilizó el agua de la represa Condoroma –la quinta más grande del Perú– sin ningún tipo de regulación, de manera que se riega 15,000 hectáreas con el agua proyectada para 23,000 es evidente que el uso y la gestión de agua está de cabeza en el país.
Así cómo se sostiene que es imposible desarrollar una agricultura moderna que reduzca la pobreza y rediseñe el espacio interior del país si es que el Congreso no aprueba una ley de promoción agraria que sancione regímenes tributarios y laborales promocionales; así como se sostiene que los más de dos millones de minifundistas no se engancharán al crecimiento agroexportador si es que el Estado no otorga títulos de propiedad, no promueve asociatividad para crear economías de escala y conseguir créditos y no desarrolla infraestructura hídricas para los pequeños, igualmente, el sueño de una agricultura moderna es imposible si que no se pasa a un nuevo sistema de administración y gestión del agua.
El Perú tiene la posibilidad de desarrollar una agricultura moderna en la costa con más de un millón de hectáreas (el milagro agroexportador se desarrolla en apenas 250,000), lo que reconfiguraría el espacio urbano en las provincias, crearía nuevas ciudades, una nueva clase media agraria y una industria vinculada al sector. Ese gran proyecto será posible si, a través de proyectos hídricos, el Perú represa los ríos de la sierra, almacena agua y convierte el desierto en campos de frutas y legumbres.
Sin embargo, el modelo actual comienza a derrumbarse. Los gobiernos regionales son incapaces de desarrollar asociaciones público privadas con el sector privado, desarrollar fiscalizaciones y compromisos de inversión. En ese sentido, se necesita crear una autoridad autónoma nacional que maneje los proyectos hídricos, desarrolle las asociaciones público-privadas y convoque al sector privado.
El proyecto de una nueva administración de los proyectos hídricos, sin embargo, debería tener una etapa de transición en que el Estado convoque a los agricultores usuarios del agua –afectados por la ineficiencia– y al lado del Ministerio de Agricultura y los gobiernos regionales se estudien salidas y alternativas. Si el Perú pretende convertirse en una potencia agroexportadora tiene que imaginar salidas y propuestas audaces.
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