El relevo de José Salardi del Ministerio de Econom&iacu...
En un mensaje grabado el gobernador de Arequipa, Elmer Cáceres Llica, reconoció de manera indirecta el fracaso del paro en su región. En un gesto inusual, llamó a los manifestantes a respetar la propiedad pública y privada y el derecho de los ciudadanos que no deseaban participar en la protesta. Cáceres Llica aceptaba que luego de los hechos del lunes pasado —violencia contra la propiedad, la vida, el cuerpo y la salud de los arequipeños— la mayoría de los habitantes de la Ciudad Blanca ha tomado distancia de la huelga, e incluso se ha sabido de colectivos y de marchas que llamaban a oponerse directamente a las protestas.
Lo cierto es que ayer en la Ciudad Blanca había más turistas y tunas universitarias que manifestantes. El fracaso del paro era más que evidente. Por ejemplo, en el propio valle de Tambo —lugar donde se emplaza el proyecto Tía María— las actividades se desarrollaban con normalidad, mientras que algunas vías externas permanecían bloqueadas por pequeñas minorías. Al cierre de esta edición la policía comenzaba a desbloquear todas las carreteras interrumpidas.
El paro de Cáceres Llica, pues, ha sido derrotado por la violencia de minorías radicales y las pérdidas económicas: US$ 13.8 millones diarios y la cancelación de más del 30% de los paquetes de turismo, lo que pone en peligro a 42,000 empleos en el sector. El llamado del gobernador regional a que el Consejo de Minería revise la licencia de construcción que se había otorgado al proyecto Tía María más parecía un lamento de una derrota. Poco tenía que ver con el Cáceres Llica que pretendía incendiar la pradera y amenazaba al presidente Vizcarra con muertes y violencia.
Ahora bien, si el fracaso del paro solo representa una tregua, nada más. El extremismo y la estrategia electoral de Cáceres Llica volverán a la carga: el hombre quiere ser candidato presidencial. En ese contexto, el gobierno del presidente Vizcarra debería instalar, sobre la marcha, una mesa para el desarrollo, encabezada por el presidente del Consejo de Ministros, Salvador del Solar, que se encargue de convocar a todos los sectores de Arequipa y del valle de Tambo.
Lanzar una agenda de desarrollo es fundamental para establecer un espacio de discusión alternativo a los relatos y leyendas que desarrolla el radicalismo en contra de las inversiones mineras y la explotación de los recursos naturales. En este portal ya hemos sostenido que, en el paro de Arequipa no solo se juega el futuro del proyecto Tía María, sino el de todas las minas, los proyectos e inversiones emplazadas en el Corredor Minero del Sur, en donde se produce cerca del 50% del cobre nacional y que representa cerca del 1.5% del PBI.
Tal como lo hemos señalado, el objetivo del radicalismo anticapitalista es organizar una salida a la boliviana; es decir, la “bolivianización” del Perú. ¿Qué significa algo así? Imponer el lenguaje de las turbas, legitimar la violencia, el bloqueo de carreteras y puentes, y paralizar la economía, al margen de la Constitución y las leyes establecidas. Es decir, neutralizar la acción de la policía, jueces y fiscales para posibilitar que las minorías radicales se impongan sobre las mayorías silenciosas, a través de la violencia.
De allí la enorme importancia de que el Ejecutivo recupere la iniciativa y coloque el desarrollo de Arequipa y del valle de Tambo como eje central del debate, y que establezca los vínculos de ese desarrollo con la minería. Todos percibirán que sin minería es casi imposible imaginar el desarrollo.
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