Editorial Economía

Detener el capitalismo y la reducción de pobreza sin tomar el poder

La habilidad del progresismo en su experiencia peruana

Detener el capitalismo y la reducción de pobreza sin tomar el poder
  • 06 de mayo del 2024

 

Todas las ucronías económicas que abarquen las últimas dos décadas nos indicarán que el si el Perú hubiese seguido creciendo sobre el 6% del PBI –como lo hacía en los primeros años del nuevo milenio– hoy el ingreso per cápita de la sociedad sería uno cercano al de un país desarrollado, la pobreza se ubicaría a semejanza de las cifras de la región Ica (-6%) y el país tendrá una mayoría de clases medias consolidadas. Sin embargo, llegamos al Bicentenario con el gobierno de Pedro Castillo agitando en contra de la Constitución y el Estado de derecho, y ahora la pobreza –luego de haber bajado a 20% antes de la pandemia– está llegando a un tercio de la población. 

El Perú ha sido brutalmente detenido, no obstante que el gobierno de Pedro Castillo duró un año y medio y solo explica la recesión del año pasado. El frenazo del país viene desde mucho atrás, desde la segunda década del nuevo milenio y, de alguna manera, la tragedia y la destrucción que desencadenó Castillo es su resultado natural.

El Perú comenzó a detenerse cuando las fábulas y narrativas progresistas se volvieron predominantes en la sociedad, la cultura y la política. Por ejemplo, con el relato del informe de la Comisión de la Verdad el Perú se dividió entre los buenos y los malos. Y de una u otra forma, el feroz enfrentamiento político que se desató en las últimas dos décadas, destruyendo la institucionalidad y convirtiendo la política en una guerra judicial, tiene que ver con esta fábula de los Derechos Humanos y los defensores versus los agresores. Las guerras antifujimoristas versus fujimoristas y la propia elección de Castillo tienen que ver con esa narrativa. Hoy la guerra política, la inestabilidad y la fragmentación, explican el descenso en la calificación crediticia del Perú.

Igualmente las leyendas y fábulas acerca de que la minería moderna era enemiga de los recursos hídricos para el consumo humano y la agricultura desató el bloqueo de las inversiones mineras, particularmente las de Tía María en Arequipa y Conga en Cajamarca. Desde ese momento, el Perú frenó su avance y consolidación como potencia minera mundial porque los sectores radicales antimineros y las oenegés anticapitalistas promovieron el desarrollo de la violencia social para detener las inversiones mineras.

Asimismo las narrativas en contra de la inversión minera fomentaron la sobrerregulación de los trámites mineros, con el objeto de detener el avance de los llamados “enemigos de los recursos hídricos”. Se creó el Ministerio del Ambiente y se burocratizaron todos los procedimientos en los ministerios e instituciones del Estado. Las sobrerregulaciones sumaron más de 200 y abarcaron a más de 30 entidades del Estado. Todo en la minería fue frenado, y la última megainversión del Perú, segundo productor mundial de cobre, fue Quellaveco. De allí todo está por verse, como se dice.

Lo que sucedió en minería también pasó en la pesca, en las agroexportaciones o cualquier sector en el que se atacó a la inversión privada. Antes del gobierno de Humala la industria pesquera faenaba desde la milla 3. Luego de esa administración, desde la milla 5 con el argumento de preservar la biomasa pesquera. Los estudios del Imarpe han demostrado que la biomasa de anchoveta se mantuvo en 10 millones de toneladas métricas en promedio, ya sea pescando desde la milla 3 ó 5. Es decir, pura fábula progresista para restarle productividad a la industria pesquera nacional. 

Algo parecido sucedió con las agroexportaciones desde la derogatoria de la ley de Promoción Agraria (ley 27360). No existen nuevas inversiones y se han abandonado emprendimientos en alrededor de 30,000 hectáreas.

El Perú, entonces, ha sido maniatado, paralizado en el desarrollo del capitalismo y la reducción de pobreza por las narrativas progresistas que, finalmente, terminaron encumbrando a Castillo en el poder. Ha surgido entonces una nueva manera de colectivizar la economía sin necesidad de tomar el poder: una estrategia basada en la cultura y los relatos.

  • 06 de mayo del 2024

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