Corredor vial del sur: ¡Minería ilegal amenaza a la minería moderna!

A inicios de este año comenzó a suceder algo muy curioso en el llamado corredor minero del sur o el corredor vial del sur, área en donde se emplazan las minas que producen alrededor del 35% del cobre nacional: sucede que los mineros ilegales comenzaron a multiplicarse de aquí para allá, incluso, dentro de las concesiones de las minas modernas que pagan impuestos, generan empleo y son las principales fuentes de reducción de pobreza en las provincias mineras.

El extraño fenómeno lleva a preguntarse si estamos ante una estrategia del crimen organizado que, en la provincia de Pataz en la Libertad, se convirtió en el brazo armado de la ilegalidad y luego pasó controlar directamente las operaciones delictuosas. Como todos sabemos en Pataz, el crimen organizado en sus ataques a la Minera Poderosa, una empresa formal que paga impuestos y genera empleo, dejó un saldo de siete trabajadores de la empresa y dos mineros ilegales muertos y más de 23 heridos.

De otro lado, es también legítimo preguntarse si la proliferación de minería ilegal en el corredor vial del sur tiene que ver con un ajuste de las estrategias del radicalismo antiminero y de las oenegés anticapitalistas que han luchado con uñas y dientes para detener la minería moderna en la zona arguyendo todo tipo de leyendas y mentiras. Como todos sabemos la estrategia antiminera en el área se basó en argumentos ecológicos risibles y luego en un plan de extorsión y chantaje a la minería moderna mediante el bloqueo del corredor vial con el objeto de evitar el transporte del mineral al puerto y paralizar las operaciones en las minas. 

Hoy, por ejemplo, los volquetes de la minería ilegal que transportan mineral se multiplican, superando largamente a los de la minería moderna. Se levanta polvo en toda la vía y como los camiones no son encapsulados –como los de las empresas formales– suelen regar el polvo del mineral transportado. Sin embargo, las oenegés anticapitalistas –que suelen ser financiadas en los países que compiten con la producción de minerales peruanos– no dicen esta boca es mía. Permanecen callados. De otro lado, los abogados y dirigentes comunales que solían promover el bloqueo de carreteras no tienen a quien culpar de los hechos porque frente a los mineros ilegales es difícil establecer responsabilidades.

A la luz de estos hechos comienza a quedar absolutamente claro que la única manera de controlar cualquier pasivo ambiental en el corredor vial pasa por una alianza abierta entre las comunidades, las poblaciones, y las empresas mineras modernas en contra de la minería ilegal. No hay otra salida.

Ahora bien, desde el lado del crimen organizado las cosas parecen estar claras hacia dónde apuntan. Todo parece evidente. Sin embargo, desde el radicalismo antiminero y las oenegés anticapitalistas que favorecen a los competidores mundiales del Perú en la producción de minerales, surgen dudas y preguntas sobre la posibilidad de promover conflictos entre la minería moderna y la minería ilegal. ¿Cómo se puede desarrollar una estrategia para conseguir rentas de la producción minera moderna –al margen de los impuestos establecidos en la ley– mediante la violencia y el bloqueo de carreteras, si al mismo tiempo, se promueve el desarrollo de minería ilegal? De otro lado, ¿cómo las oenegés anticapitalistas pueden proclamar su supuesta defensa del medio ambiente si no condenan a la minería ilegal?

En cualquier caso, el Estado, el Ejecutivo, y el Gabinete, no deberían esperar un solo día para desalojar a los mineros ilegales que ocupan concesiones de la minería moderna con objeto de enviar un mensaje claro: la minería ilegal no es posible. De otro lado, también se debería desarrollar una estrategia para convocar a la minería artesanal e informal –que se desarrolla fuera de las concesiones– a una estrategia de formalización y alianza con la minería moderna.