El relevo de José Salardi del Ministerio de Econom&iacu...
La concreción del proyecto de cobre Michiquillay relanzará a Cajamarca, hoy sumida en la pobreza y el abandono luego de los años de gestión de la izquierda en el gobierno regional. La izquierda no solo detuvo Conga y las minas del cinturón de cobre del norte, sino que participó de la corrupción. De allí que Michiquillay puede iniciar un nuevo ciclo virtuoso para la región.
Durante los ocho años de gestión de la izquierda antiminera en Cajamarca, la región estuvo a punto de colapsar. Hoy continúa siendo una de las regiones más pobre del país. Según el Instituto Peruano de Estadística e Informática (INEI), entre el 43.1% y 52.0% de la población está en situación de pobreza. Además, los índices de anemia son espantosos, bordean el 60% en niños menores de cinco años. Asimismo, mientras en otras regiones del país los presupuestos se incrementaban, en Cajamarca se reducían por falta de inversiones mineras. Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), en Apurímac el crecimiento del presupuesto público per cápita es 2.5 veces mayor que el promedio nacional. Según Perucámaras, el presupuesto de Áncash se incrementó en 34% y en Arequipa en 105.6%. El avance de ambas regiones se explica por las inversiones mineras.
Pero la izquierda no es solo sinónimo de más pobreza, sino también de corrupción. Los dirigentes de la Central Única de Rondas Campesinas de Bambamarca, Cajamarca, continúan firmes contra la corrupción luego de que en marzo pasado acusaran ante el Ministerio Público (MP) a Eddy Benavides Ruiz, ex alcalde de la provincia de Hualgayoc, y al ex regidor Reynaldo Idrogo Núñez. Las ex autoridades son acusadas de presuntos delitos de corrupción durante la gestión edil. Benavides es conocido por su intransigente oposición a la minería formal y por ser el principal líder contra el proyecto de cobre Conga.
La prueba que compromete a Benavides es el pago de S/ 100,000 para favorecer a una empresa, otorgándole obras públicas contratadas por la Municipalidad de Hualgayoc. Este escándalo revela la dimensión moral de quiénes estuvieron detrás del bloqueo del proyecto Conga en Cajamarca. Tal como en Las Bambas, a la izquierda antiminera poco le importa el desarrollo de las comunidades. No les interesa la inversión en educación, salud, agua potable o vías de comunicación, ni el apoyo a los emprendimientos económicos de las localidades que ofrece las empresas mineras. Lo que les interesa es el dinero en efectivo para gastarlo en consumo.
En este contexto, el proyecto Michiquillay reactivará el crecimiento de Cajamarca y relanzará una serie de proyectos mineros que suman US$ 16,200 millones en inversiones. Si la producción de cobre en Cajamarca no hubiera sido interrumpida por Santos, Benavides y otros dirigentes radicales, la producción de cobre del país habría sumado un millón de toneladas más (actualmente es de 2.5 millones de toneladas). De la misma manera, el producto nacional estaría creciendo por encima del 5% anual, y la pobreza, el desempleo y la informalidad se habrían reducido mucho más.
Michiquillay es un proyecto de talla mundial y respetuoso de los parámetros ambientales locales e internacionales. Representa una inversión de US$ 2,500 millones para producir 225,000 toneladas de cobre anuales. Según se ha señalado, el yacimiento de Michiquillay contiene recursos mineros que superan los 1,000 millones de toneladas de mineral tipo pórfido de cobre, con contenido de minerales de cobre, oro, plata y molibdeno. De acuerdo a los planes de Southern, que ofreció el 3% de regalías y US$ 400 millones para un Fondo Social destinado a inversiones comunitarias, en 2022 comenzará a construir la mina y en 2025 comenzará a producir 225,000 toneladas de cobre al año.
El futuro de Cajamarca está, entonces, ligado a la viabilidad del proyecto Michiquillay. Felizmente los jóvenes de los distritos La Encañada, Baños del Inca, Llacanora y Namora hoy respaldan abiertamente el proyecto minero.
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