Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
Una de las peores noticias que hemos recibido los peruanos en los últimos años nos la dio el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI) hace un mes: según los resultados de la última Encuesta Nacional de Hogares (Enaho 2023) la pobreza monetaria afectó a un 29% de los peruanos en 2023, alcanzando niveles mayores incluso que durante la pandemia de covid-19. Esto representa 9.9 millones de peruanos en dicha condición, un incremento de 616,187 personas con relación a 2022. Pero acaso lo más sorprendente es que los niveles más altos de pobreza se registraron en la región Cajamarca que tiene al 44.5% de su población –es decir, 688,822 personas– en esta condición. Le siguen Loreto, con 43.5%; Pasco, con 41.7%; Puno, con 41.6%; y Huancavelica, con 39.5%.
Y decimos que sorprende lo de la pobreza en Cajamarca porque precisamente es una de las regiones más ricas en yacimientos mineros, especialmente de cobre (un mineral cuyo precio está actualmente al alza), y hasta cuenta con una muy importante cartera de proyectos mineros, por un monto total de US$ 18,050 millones, que representa el 33.9% del total de inversión minera en el país. Entre los proyectos mineros más destacados en esa cartera figuran Michiquillay, Conga, Galeno, La Granja y Chalhuahón, que constituyen el llamado “cinturón de cobre del norte”.
De los mencionados proyectos, el más próximo a hacerse realidad es Michiquillay, ubicado en el distrito de La Encañada, provincia y región de Cajamarca, y que podría ser un pilar fundamental para el progreso económico en el norte del país. Este es un proyecto de larga data, y que incluso ya ha cumplido con todas las formalidades burocráticas y todos los requisitos medioambientales, incluyendo la validación de su Estudio de Impacto Ambiental, por lo que ya ha sido aprobado por el Ministerio de Energía y Minas (Minem).
El yacimiento de Michiquillay contiene alrededor de 2,200 millones de toneladas métricas de minerales, entre los que predomina el cobre; otros minerales presentes, en menores cantidades son oro, plata y molibdeno. La explotación de este yacimiento generará ingresos significativos a través de impuestos, canon y regalías mineras, con lo que se contribuirá de manera importante al fortalecimiento de la economía local. Otro aspecto a destacar es que la ejecución de este proyecto generará miles de empleos, tanto directos como indirectos, lo que tendrá un impacto positivo en la creación de oportunidades laborales en la región.
La empresa concesionaria, Southern Perú, ha informado que este proyecto requiere una inversión aproximada de US$ 2,500 millones y prevé una producción anual de 225,000 TMC durante un período de explotación que se extiende por más de 25 años. Actualmente el proyecto Michiquillay se encuentra en una fase avanzada de exploración. Además, Southern Peru ha establecido diálogos con las autoridades locales y regionales, así como con las comunidades circundantes, para impulsar programas de desarrollo sostenible en la región. Como fruto de esos diálogos se ha creado el Fondo Social Michiquillay (FSM).
Por ser el proyecto más próximo a hacerse realidad, entre los del cinturón de cobre del norte, el inicio de la producción de Michiquillay marcaría el inicio de la reactivación minera y económica de la región. Como ya se ha señalado en este portal, si todos estos proyectos estuvieran en operación contribuirán con 1.5 millones de TMC anuales a la producción nacional. Y para aprovechar al máximo las oportunidades generadas por estos proyectos cupríferos, sería necesario el establecimiento de un clúster minero en Cajamarca: la construcción de una vía férrea hacia Bayóvar y el impulso de la industria manufacturera y los servicios vinculados a la minería. Sería un clúster minero al estilo del de Antofagasta (Chile), que ha generado un crecimiento económico significativo en esa región chilena.
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