Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
Cajamarca, una de las regiones más ricas de Perú en cuanto a recursos minerales, enfrenta un escenario paradójico. A pesar de contar con grandes yacimientos de cobre y otros minerales valiosos, la pobreza sigue afectando a una gran parte de su población. Actualmente, el 44.5% de los habitantes de Cajamarca vive por debajo de la línea de pobreza, lo que convierte a esta región en la más pobre del país según la última medición del INEI.En este contexto, la explotación eficiente y responsable de sus recursos mineros podría ser el catalizador para un cambio radical en las condiciones de vida de su población. El potencial económico de la minería en Cajamarca es inmenso y, si se gestiona de manera adecuada, convertiría a la región en una con los ingresos per cápita más alto del país.
Cajamarca alberga algunos de los proyectos mineros más prometedores del país. Entre ellos destacan Conga, Galeno, La Granja, Chalhuahuacho y Michiquillay. Estos proyectos conforman lo que se ha denominado el "cinturón de cobre del norte", una zona de altísimo valor estratégico para la minería nacional e internacional. Este conjunto de proyectos tiene el potencial de producir anualmente alrededor de 1.5 millones de toneladas métricas de cobre (TMC). La explotación de estos recursos no solo podría transformar la economía de Cajamarca, sino que también contribuiría significativamente al crecimiento económico nacional, generando empleo y mejorando la infraestructura de la región.
El desarrollo del potencial minero de Cajamarca crearía un clúster minero en la región. Un clúster minero implica tanto la explotación de los recursos como la creación de una infraestructura industrial y logística adecuada que permita reducir costos y mejorar la competitividad. La construcción de una vía férrea que conecte Cajamarca con el puerto de Bayóvar, en la costa norte del Perú, sería un paso clave en este proceso. Con la materialización de las inversiones no solo se incrementaría la producción nacional de cobre (hoy en 2.7 millones de TMC) en más del 50%, sino que también se crearían industrias manufactureras y de servicios vinculadas a la minería. Un ejemplo claro de este modelo es Antofagasta, en Chile, donde un enfoque similar ha permitido el desarrollo de una economía diversificada y altamente productiva en torno a la minería.
El establecimiento de un clúster minero en Cajamarca beneficiaría a la región y también tendría un impacto a nivel nacional. Según proyecciones, la creación de este clúster podría contribuir a reducir la tasa de pobreza nacional a menos del 15% en un plazo relativamente corto. La clave del éxito reside en que la minería no se limite únicamente a la extracción de recursos, sino que fomente el desarrollo de capacidades industriales y tecnológicas locales, generando un crecimiento económico sostenido y equitativo.
De los proyectos mineros mencionados, el más avanzado es Michiquillay, ubicado en el distrito de La Encañada. Este proyecto ha sido impulsado desde hace varios años y ha cumplido con todos los requisitos legales y medioambientales, lo que lo posiciona como el más próximo a iniciar operaciones. El Estudio de Impacto Ambiental de Michiquillay ya ha sido aprobado por el Ministerio de Energía y Minas (Minem), lo que permite avanzar en su desarrollo con garantías de sostenibilidad. Este proyecto representa una oportunidad significativa para Cajamarca, ya que su puesta en marcha podría ser uno de los principales motores de crecimiento económico en la región norte del país.
La empresa concesionaria de Michiquillay es Southern Perú, que ha comprometido una inversión de aproximadamente US$ 2,500 millones. Se estima que el proyecto producirá anualmente 225,000 TMC durante un periodo de más de 25 años. Actualmente, Michiquillay se encuentra en una fase avanzada de exploración, y la compañía ha mostrado un firme compromiso con el desarrollo sostenible de la región. En este sentido, la empresa mantiene diálogos constantes y constructivo con las autoridades locales y las comunidades circundantes, buscando asegurar la viabilidad social y económica del proyecto.
Entre las iniciativas sociales que Southern Perú ha implementado en la región destaca la creación del Fondo Social Michiquillay (FSM), cuyo objetivo es promover el desarrollo local a través de proyectos sociales y económicos. Este tipo de iniciativas son fundamentales para asegurar el apoyo de la población y minimizar los riesgos de conflicto social, un problema recurrente en muchas zonas mineras del país. Además, la empresa ha adelantado la posibilidad de iniciar operaciones en 2029, lo que demuestra su confianza en los resultados positivos de las exploraciones y en la estabilidad del entorno regulatorio y social.
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